Acechando desde las sombras

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El sonido de golpes en la puerta los asustó a los dos, pero la expresión de Alec cambió a una de puro fastidio a los pocos segundos.

—¿Qué quieres, Lance? —casi gritó el castaño, incorporándose para abrir la puerta y encontrarse con los ojos grises de su enfadado hermano—. ¿Qué?

—¿Por qué Lauren está aquí? —indagó con rudeza y molestia—. ¿Y por qué me persigue?

—Necesita algo que hacer —respondió el mayor, divertido. Ambos giraron la cabeza hacia donde se escuchaban pasos rápidos—. Si fuera tú, correría.

Pero ahora, Lance tenía la mirada fija detrás de su hermano.

—Hola, príncipe —saludó con suavidad, apartando a Alec de un empujón para acercarse a Archie, que seguía sentado en la cama—. No había podido saludarte.

El príncipe se encogió un poco y entrelazó sus manos para ocultar cuánto temblaban.

—Hola, Lance —murmuró, con la mirada en el suelo.

—Me alegra verte en una pieza, creo que eres más fuerte de lo que parece después de todo, ¿no? —rió—. Puedes agradecerme, dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte.

Archie permaneció en silencio.

—Aunque supongo que no siempre es el caso —continuó Lance, con gracia—. Como tu amigo... Cuando le inyecté esa cosa pensé que te atacaría a ti, pero ni siquiera tuvo la fuerza para hacerlo.

El príncipe comenzó a ahogarse con su propia respiración. La furia, la tristeza y la impotencia hicieron un gran nudo en su estómago y lo obligaron a permanecer inmóvil, por más que su mente le gritaba que debería abalanzarse sobre él.

—Anthony era débil —pronunció Lance—. Y por eso murió.

Una sonrisa se extendió por el rostro del pelinegro, aunque no duró mucho. Gruñó apenas su espalda impactó con fuerza en la pared detrás de él. No evitó que riera en voz alta, enfureciendo más a Alec, quien estuvo a punto de golpearlo para quitarle esa expresión de la cara. Y tal vez lo hubiera hecho si Archie no hubiera intervenido, hablando en un tono bajo y débil.

—Alec... suéltalo.

—¡No! ¡Sabía que había sido él! ¡No puede seguir...!

—Alec —repitió, con fingida tranquilidad. Colocó una mano sobre el tenso antebrazo de su novio y la mirada del soldado se suavizó al llegar a la suya—. Estoy bien, déjalo.

El soldado dudó unos segundos, pero obedeció. Luego se posicionó frente al príncipe en un movimiento protector, para evitar que Lance volviera a acercarse.

—Dios, exageras tanto, como siempre —se burló el menor, acomodándose la ropa y luego mirando a su hermano—. Pero el jefe tenía razón en algo... haces cualquier cosa que él te pida. Eso es... interesante.

Archie amplió su mirada, sorprendido por la mención de tan terrible figura tan naturalmente. Alec se mantuvo frente a él, apretando los dientes cuando Lance caminó hasta la puerta, manteniendo la sonrisa burlona en su rostro. Se detuvo antes de volver a cerrar, mirando directamente al príncipe por última vez.

Con una risa dejó la habitación. El soldado se giró hacia Archie, buscando su mirada.

—Arch, estás temblando —susurró, rodeándolo con los brazos de inmediato—. Lo siento...

—No es tu culpa, cielo —susurró el príncipe de vuelta, correspondiendo el abrazo con fuerza—. Estoy bien, los dos estamos bien y eso es lo que importa.

Ninguno dijo nada más por un rato. Fue sólo hasta media hora después, cuando Archie se encontraba recostado sobre su regazo, que Alec habló:

—Sol, yo... en serio lamento lo que pasó hace rato.

El poder de la corona (👑#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora