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—¿Qué diablos estaba pasando allí dentro?

—Creo que esta no es tu problema cuñada. —Les respondo y le sonrío. —Sé que lo haces con las mejores intenciones, pero tienes que aprender a meterte en tus asuntos.

—No puedo verte triste, no más de lo que ya te he visto desde que te conozco, no puedo seguir viéndote sufrir. No cuando sé que yo puedo hacer algo para evitarlo.

—Te repito, Ana. Ana, esto no tiene nada que ver contigo, concéntrate en tu embarazo y déjame en paz. Sé que ha sido tú que no ha enviado a Carola al baño. No tienes que idea de lo que estás haciendo sufrir al tenerla cerca de mí.

Joder. en verdad nadie debería de estar cerca de mí al menos no irse ámbito no en la forma sentimental no así como Carola quería estarlo.

— ¿Por qué es tan malo dejarte ayudar? —Me susurra y acercándose a mí y acomodando la pajarilla que tengo en el cuello. —Porque es tan difícil entender que alguien puede quererte lo he visto en sus ojos que se hace meses, ella está enamorada de ti.

— ¿Has visto el tamaño de mi polla?

El sonrojo cubrió el rostro de mi cuñada.

—Desgraciado.

—No sería la primera ni la única que ha sentido que un par de polvos significan de una propuesta matrimonial. —Sonrío sin deseo para tranquilizarle y que sepa que todo está bien, coloco las manos encima de las de ella, le alejo con suavidad, lentamente mi cuñada se separa de mí y se cruza de brazos y me mira inquisidora. —No mires con esa cara, he venido aquí después de horas vuelo. He venido porque estoy seguro de que si mi hermano no me ve en la jodida presentación daría un viaje directo a Canadá a matarme y luego a traerme envuelto en pedazos a la empresa.

—Tu hermano solamente quiere que su imagen no se destruya más de lo que ya lo está.

Mi hermano siempre ha querido ser más correcto que todos los demás a su alrededor. Cuando se hizo cargo de la compañía. Cuando mi padre le dejó todo el mando a él supe de inmediato que él llevaría hasta los más altos extremos el avance de nuestro apellido y patrimonio.

Sin embargo, jamás se lo confesé.

Estuve celoso un buen tiempo.

Mi inestabilidad era más fuerte que mi deseo de también triunfar.

—Vamos, antes de que él venga a buscarnos.

—Deja de enviar a Carola a por mí. He dejado las cosas bien, claro con ella. No hay nada más que hablar ni qué decir.

—Conociste a alguien más. —La mujer no estaba haciendo una pregunta y de inmediato, aparte la mirada sin intención. — ¡Joder conociste a alguien! —Exclama ella sonriente y me abraza envolviendo sus brazos delgados y delicados alrededor de mi cuerpo macizo.

—Mujer por el amor de Dios, ¿puedes controlarte?

—Y te ha pegado bien duro que estás mencionando el nombre de Dios, Guau, Creí que era un sacrilegio para los que son como tú.

— ¿Eso qué demonios quiere decir?

—No me va a cambiar el tema, quiero que me cuentes todo sobre esta mujer misteriosa que ha logrado llegar a lo profundo de este hoyo negro donde tienes bajo llave a tu corazón.

—No hay nadie, Ana.

—No mientas, —asevera. — quiero conocerla. ¿Es francesa? ¿Es rubia? A ti te gustan rubias. He visto...

Una esposa para francésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora