41

108 9 0
                                    


Tengo cosas más importantes de las cuales preocuparme como para estar pensando en que ese inepto, estúpido, desgraciado de Cristóbal ha utilizado todo en su poder para poder deshabilitarme, desmeritar mi trabajo, ese que he hecho durante años, con tal de él salirse con la suya.

A quien han suspendido es a mi, a la más afectada de su desastre.

—Déjalo ya. —Le digo cuando nos subimos a su coche al salir de la oficina con mis pertenencias en una caja de plastico azul con pequeños hoyitos con forma de flor.

Poco más que un par de libros, lapiceros, regla y una taza de café que había llevado y estaba personalizada. Era de mi padre. De esas cosas que uno lleva consigo y nadie se imagina el valor sentimental que pueda tener.

—No entiendo como puedes estar tan tranquila. Se que eres como una Don cangrejo grande y sumisa que ha guardado mucho dinero durante años. Pero dos meses sin producir nada es una mierda. No entiendes lo duro que será esto.

—Si es por la mudanza....

—¡Me vale que sigas viviendo en mi depa por un siglo! No estoy hablando de esto, estoy hablando de todo. ¡Es una maldita injusticia!.

—Ya está hecho, Vero. Así esta este mundo.

—Vamos a la policía. Vamos, estoy segura que...

—¿Qué? El hombre lo único que ha hecho es mentirme durante meses y acostarse con mi hermana. No me ha puesto un dedo encima. No hay nada que pueda servir para darle a la policía.

—Es injusto. —Repite gruñendo mientras nos alejamos del colegio.

Nos quedamos en silencio hasta que llegamos a su apartamento.

Quería contarle lo que había descubierto mi hermana sobre Joseph Bourdeau , sobre mi foto en el periódico, sin embargo no sabía cómo empezar.

Siento que Verónica ve las cosas más grandes de lo que en verdad son. Siento que ella va a pensar que esto es la oportunidad de mi vida para casarme y formar una familia con este hombre tan sólo porque es millonario, tan siquiera porque ha salido en el periódico.

¿Quién diablos es este francés? ¿Quién rayos es Joseph? ¿quién es el y que rayos hace en Canadá?

Son demasiadas preguntas que tengo rondando en mi cabeza desde que mi hermana me mandó aquella publicación. Demasiadas cuestión antes y ni atisbo d encontrar respuesta inmediata.

Entro al apartamento de Verónica y dejó la cartera y la caja encima de la mesa, paso la mano por mi rostro, estoy completamente molesta, furiosa,desilusionada del sistema, desilusionada de que una misma mujer sea quien le haya creído a ese hombre. Desilusionada de qué aún yo explicando mi posición a él le hayan creído tan sólo por el hecho de ser varón y haber hecho la denuncia primero.

¿Cómo demonio se puede confiar en un sistema que apoya las injusticia? ¿Un sistema que apoya la desvalorización de la mujer?

Joder, debí golpearle y dejarle al menos un ojo morado.

—¿Vas a querer algo de tomar?— Verónica no pierde tiempo, no espera una respuesta mía, ella solo saca del frigorífico un par de cervezas de lata y me extiende una. — maldita directora cara de rana. Ese maldito de mierda, maldito estúpido de mierda que se ha aprovechado de ti, que te ha querido ver la cara de estúpida. Bien Estupida que fuiste cayendo en brazos de ese malnacido.

En verdad me he comportado como una estúpida en llegar hasta este punto, pero duele que ella lo diga en voz alta.

—Es que te juro que si lo veo cruzando la calle lo atropello.

Una esposa para francésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora