La luz de la mañana me despertó, no sabía cuánto tiempo había estado dormida, sin embargo, sabía que era tarde para ir al colegio.
Me quedo que acostada en la cama mi pijama de pantalones largos y blusa mangas largas me hace acomodarme aun mas en el comodo colchón.
¿En qué momento mi vida se puse patas arribas? ¿Cuándo comenzó a ser tan complicada? ¿cuándo fue que me salí de los estándares de belleza?
Tomo la almohada y suelto un grito ensordecedor. Sin embargo, la cómoda almohada oculta cualquier sonido. No estoy disponible para que alguna de mis hermanas o peor aun, mi madre vengan a socorrerme pensando que ha entrado un ladrón a casa para matarme.
Aunque quizás aquello sea mucho mejor para ellas. Quizás se alegran de no tener que lidiar con una mujer XL.
Ellas en su mundo skinny, en su mundo de ropa pequeña, donde pueden conseguir cualquier pieza a descuento en cualquier lugar, y a mi se me dificulta algo que me favorezca.
O quizás simplemente conseguir algo que me saque de apuros y pueda ir con él a dar las clases al colegio, Sin que los niños se burlen de los colores extravagantes.
La depresión me ha perseguido durante años, desde hace más de una década. Sé que soy distinta, no solo físicamente, sino también mental, a todo el resto de mi familia.
Me levanto de las camas con pesadez, miro el reloj en mi mesita de noche, un pequeño reloj con forma de ser. Lo que me he comprado por amazon.
¿Con qué ánimos voy a ir al colegio?
Cristóbal también va a estar ahí. Él va a verme. Seguramente le ha contado a todos que me ha dejado que me ha abandonado finalmente. Muchas de las mismas maestras, la secretaria, la que cobra encaja. Todas han estado detrás de él durante años. Los comentarios al verme pasar siempre han sido malintencionados:
¿Qué demonios le ve, Cristobal?
¿Por qué Cristóbal estaría con una mujer como ella? ¿Por que Cristóbal se fijó en ella y no en mí? ¿Acaso cree ella que Cristóbal está interesada en su amor? Es una gorda obesa que en cualquier momento sufrirá de azúcar o morirá de un paro cardíaco, ¿Por que Cristobal teniendo cualquier mujer está con una que tiene su fecha de caducidad colocada en la frente?
Me acerco el espejo de cuerpo completo que tengo en una esquina de la habitación cubierto con una toalla. Lo cubro porque no quiero verlo más que lo necesario. Los comentarios de mi madre aún retumban en mi cabeza mientras iba creciendo y convirtiéndome en una adolescente.
—R, Tú debes de buscar la forma de comenzar a dejar esos dulces, querida. No te está haciendo nada bien en tus caderas, por no hablar de la barriga.
—Mamá, por favor. —Le pedí a yo mientras me colocaba las manos encima de la barriga prominente.
—No, cariño. —Me decía ella quitándome las manos. —¿Necesito que te veas, quiero que te veas como todos, te ven como una gorda, sabes cuáles comentarios vas a escuchar en la calle cuando te ponchas vestidos cortos? ¡Estoy intentando cuidarte!
Sin embargo, con el pasar de los años comencé a comprender que la única que me gustaba era mi madre. Y era ella, precisamente la que yo hubiese deseado que no lo hiciera. Crecí con tantas inseguridades que cuando quise salir a la calle con un vestido que enseñar a mis muslos, la verdad es que las miradas de desagrado y asco no me molestaron tanto.
Mi madre se encargó de mentalizarme sin darse cuenta, ella se encargó de desarrollar un escudo en contra de las miradas de odio y burlas.
—R, son las 7:40 de la mañana. ¿te sientes bien?
Eso sí, tenía ella, mi madre era una excelente alarma.
—Estoy bien, mamá. —Le respondí, y cuando quite la toalla del espejo, vi mi rostro. —No Tan bien...— murmuró tan bajito que fue imperceptible para los oídos de mi madre.
Yo estaba hecha un asco, había llorado tanto durante toda la noche que me había cansado y dormido aún con la toalla en la que me había envuelto puesta a las 3 de la mañana me había despertado y quitado la toalla para darme una ducha tibia y luego colocarme la pijama.
Probablemente tendría un buen resfriado antes de que se hiciera de noche.
—¿No irás al Colegio hoy? ¿Estás segura que estás bien? ¿Fue por el agua que te dejaste caer anoche?
Aún no le digo a mi familia que estaba en una relación de hacía un par de meses con Cristóbal. Un par de meses no los llevo contados perfectamente, sin embargo, me obligo a no pensar en el número. No quiero darle más importancia de la que ya le he dado durante semanas. Me he enamorado perdidamente de un hombre que solo se estaba riendo de mí. Debo hombre, que lo único que quería era cogerse a la gorda del salón.
Y como no pudo hacerlo en su juventud, lo hizo con la maestra gorda del Colegio.
La maestra tonta y gorda, inocente que se dejó seducir porque el chico guapo le había prestado 5 segundos de atención.
—Vete ya, mamá, no es necesario que te quedes en la puerta.
—Estoy preocupada por ti, cariño, en verdad me preocupo por ti. —Su voz, su tono sonó todo tan genuino que casi te abro la puerta.
Casi.
Las ojeras las tenía tan marcadas. Los cachetes estaban enrojecidos, pues al parecer había dormido de lado. Mi pelo parecía una maraña. Mis labios estaban resecos, probablemente deshidratado, después de tanto llorar. No estaba apta en lo absoluto para que mi madre me viera. Eso solo significaría que ella comenzaría a hacer toda clase de pregunta.
—Estar en la cocina haciéndote un té para que te relajes un poco antes de que te vayas al colegio.
No iba a ir al colegio. No puedo ir al colegio, prefiero quedarme en mi casa, resguardada entre mis cuatros paredes. Prefiero quedarme aquí y vivir como un ratoncillo acorralado. Prefiero 1000 veces estar en la oscuridad de mi habitación, cerrar todas las cortinas y dejar el seguro de la puerta puesta durante meses.
Tal vez así al dejar de comer y empezar con la inanición, pierda por lo menos 20 kilos. Así haré a mi madre feliz, así todos serán felices y dejaran de mirarme como si fuese una ballena fuera del agua.
Así quizá Cristóbal lo piense mejor y me pida volver.
¿A quien quiero engañar?
Mi depresión por mi pesó y físico no es algo nuevo.
No iré al colegio porque no quiero ser una vez mas el hazme reír del lugar.
Aparte de unos cincuenta quilos de más, también nací bastante torpe.
Desde resbalar aun sin haber agua ni nada en lo absoluto, hasta dejarme caer mi propio café encima y ensuciarme la camisa blanca delante de toda la clase.
No, definitivamente, hoy asistir al colegio estaba fuera de mis planes.
Siento como mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas y colocó la toalla nuevamente en el espejo. No puedo seguir viéndome. Le he tomado aversión al espejo desde hace una década. No puedo verme como estoy ahora. No pude hacerlo antes y no podré hacerlo ahora que estoy destruido. Mi corazón se estruja y las lágrimas comienzan a bajar por mis mejillas. ¿Qué necesidad había de engatusarme? ¿Qué necesidad había de llevarme a la cama con cual propósito él se acercó a mí?
Precisamente ese, me dijo la voz en mi cabeza, él nunca me quiso, nunca me amó, nunca sintió esa atracción que él dijo haber tenido por mí.
Fui yo quien cayó tontamente sus mentiras. Veintiocho años era más que suficiente para seguir en el celibato.
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Una esposa para francés
RomanceRuthe Milá Es una joven de pelo oscuro como la noche, ondulado y largo hasta lo bajo de su espalda. Sus ojos, son de un hermoso verde color esmeralda y posee un cuerpo curvilineo, para muchos el tan nombrado "Talla Plus" Para sus amigas, es la gord...