—Marco — Mi hermano no se va por las ramas. Observo la escena desde el sofá con un trago en la mano.
Aquí pasaran dos cosas:
O nos matamos los tres y mi cuñada limpiará el suelo teñido de sangre, o lo matamos a el y nos vamos a barbados.
Sonrío para mis adentros.
Ninguna me parece mala opción.
— ¿Me vas a invitar a entrar.... hermano? — esa manera de llamarlo le hizo apretar los puños de inmediato a Antoine y estoy casi seguro de que va a lanzarse a pegarle pero el hombre se controla.
Mi cuñada verdaderamente le tiene moldeado.
—Por cordialidad debo invitarte a pasar...— la atención se sentía en el ambiente pero aun así se hizo un lado y le dejó el camino libre al hijo de su madre para que entrara a su apartamento su espacio
Ninguno de los dos estábamos de acuerdo o felices con él en el apartamento de Antoine, pero había que escucharle.
Ella había mentido demasiado.
¿Un hijo?
¿Cómo una madre oculta un hijo durante más de treinta años?
¿Será posible que Marco no supiera que era el hermano nuestro?
¿Había la posibilidad de que Marco fuera uno más de los hombres manipulados por mi madre?
No. Me negaba a creer eso.
No podía pensar que él era un inocente en todo aquello.
Por su puesto que no lo era. Nadie era tan inocente.
Solo mi cuñada.
Se le notaba en los ojos que el muy desgraciado supo desde un inicio a quién se acercó en el avión. Ana era demasiado inocente, tan buena, limpia de alma y corazón; lo suficientemente real y honesta como para ser manipulada fácilmente por un desconocido que se pintó como su amigo.
Eso era lo que más rabia nos daba, que ese hombre se había aprovechado de la ingenuidad de ella para acercarse a ellos y a su dinero.
Eso era cierto, le molestaba pero no era lo que más lo enfureció...
— ¿Dónde está Ana?— preguntó Marco cuando Tony se giró y se cruzó de brazos frente a él.
Marco no ha notado mi presencia. Mucho mejor así.
Me gusta.
Puedo verle en la distancia sin necesidad de que el me observe a mí.
Puedo ver que está igual de nervioso.
Quizá por el encuentro...dándole el voto de la duda como me pidió Annette, o talvez porque se trae algo entre manos el muy desgraciado.
—Annette, mi esposa. — corrigió Tony. —Mi mujer está en la cocina.
—Le dije que traería un vino para la cena, pero no estoy seguro de que quieres que me quede aquí.
—Lo sabía desde un inicio. Sabías que eras mi hermano y por eso te acercaste a mi esposa en ese avión.
—Directo al grano. — comentó Marco como si tal cosa no tuviera relevancia. — parece que la reputación que tienes realmente es cierta.
— ¿Y cuál se supone que es esa reputación?
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Una esposa para francés
RomanceRuthe Milá Es una joven de pelo oscuro como la noche, ondulado y largo hasta lo bajo de su espalda. Sus ojos, son de un hermoso verde color esmeralda y posee un cuerpo curvilineo, para muchos el tan nombrado "Talla Plus" Para sus amigas, es la gord...