Una esposa para francés

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El regreso a mi ciudad jamás lo imaginé tan triste. De repente ya no me sentía como si perteneciera a Montreal, como si no hubiese pasado toda mi vida viviendo allí y fuese francesa de cabo rabo. Y aunque verdaderamente lo soy, lo cierto es que jamás había estado en el país hasta este momento. Hasta este presente tan bonito y que ahora no quiero cambiar.

Los días habían transcurrido sin que siquiera me diese cuenta, no más que por el recordatorio de que tenía que regresar para conversar con Nasha, para decirle lo que había estado rondando en mi cabeza desde hacía días.

Quiero intentarlo.

Tengo veintiocho años, estoy joven, pero no tanto, creo que este es el momento donde debo de enfocar mi tiempo en mí; invertirlo en mí y escogerme a mí por sobre todas las cosas, por sobre todas las personas.

Veintiocho años y jamás he tenido la oportunidad de poder hacer las cosas por y para mí misma, no hasta que Cristóbal me dejó hace unas semanas.

Increíblemente a él le debo esta libertad que ahora mismo invade mi pecho.

A él y a la que creí mi hermana le debo este sentimiento de plenitud que tengo.

Sin ellos proponérselo, sin siquiera pensar en lo que yo sentiría al darme cuenta de que ambos habían estado jugando con mis sentimientos, de que se habían estado aprovechando de mi dinero, de mis ahorros, de lo mucho que los quise a ambos; ellos me brindaron la oportunidad de abrir los ojos con sus desplantes y maltratos. Con sus burlas y su dejadez.

Aunque creí que jamás podría perdonar una traición como esta, el tiempo lejos me ha hecho poner en perspectiva absolutamente todo y la verdad es que me he sentido demasiado insegura durante tanto tiempo, tantos años sintiéndome fea, sintiéndome fuera de lugar sintiéndome que no pertenecía a esa familia que mi padre me había otorgado. Jamás creí que Amanda no fuese mi madre de verdad y a principio no puedo decir que ella no me quiso. Lo cierto es que sería injusto para mí decir en voz alta que no vi alguna muestra de afecto en algún momento. Aunque la verdad pasados los años, después de que sus hijas verdaderas nacieran, todo cambió para ella. Todo cambió para mí. Ya no había abrazos, no había besos, no había cuentos antes de dormir, el único que se preocupaba por mí era mi padre y lo perdí a destiempo.

No voy a perder el tiempo preguntándome Por qué Amanda y Sole se dedicaron a torturarme y hacerme sentir inferior a ellas.

No voy a gastarme mentalmente más de lo que ya lo he hecho intentando excusar su comportamiento y sus traiciones.

No voy a excusar a Amanda por haberse robado mi herencia y tampoco la voy a someter a la justicia, ni a pasar por meses quizás años en juzgados intentando recuperar lo que sé que ella se ha encargado de gastar. Ella no tiene dinero. Por eso quiso casar a Solé con Cristóbal. Por eso quiso usar a su hija como una propiedad, vendiéndosela al mejor postor.

Tampoco voy a pasar mis años de juventud, esos años que me quedan, para poner en marcha mi vida como en verdad deseo, para dedicarme a quererme, para dedicarme a amarme como merezco, y a dejar que me amen como anhelo; no voy a perderme intentando encontrar respuestas.

Esas respuestas ya no las necesito.

Creí hacerlo, pero ahora, viendo todo con claridad, ya no lo necesito.

— ¡No puedo creer que ya estés aquí!

— ¡Estoy tan emocionada de volver a ver de Nsha! — sonreí y abracé con un grito de alegría a mi hermana desde que me bajé del taxi— es que hasta te veo más alta.

— ¿será quizás los tacones que llevo puestos? - dice comenzando a reírse a carcajadas. - te fuiste hace apenas unas semanas.

— ¿Para dónde vas tan bonita? ¿No te quedarás conmigo hoy? — le pregunto al darme cuenta de que ella tiene razón;tiene unos tacones dorados puestos, un vestido corto, muy por encima de las rodillas; el vestido es de color verde neón lleva un collar Dorado en su cuello que cubre gran parte de sus clavículas, haciendo que los ojos de inmediato se vayan hacia él y luego bajen hasta sus pechos es totalmente sugerente Y muy al estilo de ella.