Capitulo 10

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Annette ahogó un grito y se cubrió la boca con una mano.

—¡No puedes decir esto! — Chilló — lo he invitado a cenar, Él es... él...

—Él no es nada para mí y es mejor que te hagas la idea. He venido porque sé que mi hermano necesita apoyo moral, porque Antoine, aunque no lo creas, es mucho más cuerdo que yo...

—Sí lo creo— dijo ella enfáticamente— lo creo. Lo veo. Lo sé , él es mucho más cuerdo que tu, pero aun así, esta situación es atípica. No creo que ninguna persona esté lista para descubrir que su madre fue infiel, que tuvo un hijo y lo oculto por décadas...

—Qué bueno que lo sabes, es bueno saber de dónde cojean las personas que amamos, así estamos allí para cuando caigas.

—Él no va a caer, Joseph. No lo hará. Yo estaré ahí para él.

—Eso es lo que debes pensar. No negarte a creer que él puede fallar, más bien estar lista y feliz de ayudarlo a levantarse cuando falle.

—No entiendo porque me dices estas cosas, Joseph. Suenas como si te estuvieras despidiendo. — Yo me daba cuenta que mi cuñada se estaba esforzando para que ellos conociera que el medio hermano que no había sabido de su existencia jamás ni por casualidad.

—No es Tony el problema. — admitió y luego se maldijo internamente por mostrar debilidad. El vio la preocupación en sus ojos y se maldijo otra vez por haber hecho de la vida de su cuñada a un infierno. Demasiado tiempo después se daba cuenta de que ella no merecía en ningún momento que él la despreciara como lo hizo. —Porque no es a él a quién vas a tener que de tener en caso de que esto se salga de control.— admitió haciendo que el cuerpo de Annette se torna rígido.

—¿Qué diablos va a salirse de control? —grito Annette enfurecida.—Nada nada va a salirse de control. — se acercó a él y le miró fijamente. — vamos a cenar, tomamos unas copas de vino, ustedes hablaran, se dirán lo que se tengan que decir y la cena va a terminar bien. Debe determinar bien.

—¿Bien?— recalqué. Sonrío y suelto un bufido, me pasó la mano por el cabello y luego me acomodé la camisa que aunque estaba impoluta planchada, sin una sola arruga ni una pelusa, me veo siempre en la necesidad de acomodarme la ropa, una manía que llevo cargando durante años—no digas que algo va a salir bien sin aún haber comenzado. En el camino te puedes encontrar con muchas piedras para tropezar, piedras que aunque las patees para quitarlas de medio estarán ceñidas con fuerza a la carretera. No te creas que todo es fácil y color rosa, te has casado con un hombre que crees que te ama y sé que lo hace, él te ama. Te ama incluso más que a mí, ha estado dispuesto alejarse de mí, de mi madre y de todo su dinero con tal de estar contigo y se lo aplaudo, es una estupidez pero estoy feliz por él.

—¿Entonces por qué no puedes ver que las cosas si pueden salir bien? — me preguntó ella y siento que va a echarse a llorar en cualquier momento. — ¿Por qué no puedes pensar que puede mejorar esto? ¡Marco no viene a arruinar tu vida ni la de Tony! ¡Él ni siquiera sabía que yo era esposa de Tony!

—¡Ay, Ana! ¡Por Dios!— Le digo elevando la voz y le miro con deseos de zarandearla un poco. A lo mejor una sacudida ayudaría a su cerebro para pensar mejor. — ¡No te cegues! ¡No te llames a engaños! ¡Esto no es un juego! ¡Es la vida!

—¡Estoy harta de que crean que vivo en un mundo de fantasía!

—¡Así es como te ves! — Estaba a punto de perder los estribo ya me estaba soportándolo más estaba completamente enfurecido me tomo el trago que tengo en la mano y vuelvo a servirme un poco más. ¿Cómo es que alguien puede ser tan inocente? ¿Cómo es que mi cuñada poder estar tan ingenua?

Pero ella no comprendió nada.

—Mira, Annette...—le digo después de dar un par de respiraciones profundas. — viniste a la cocina porque según tu mi hermano estaba siendo irracional y terco. —Era la verdad, se dijo Annette —Pero no terminas de entender que la que está siendo terca y tonta eres tú. Es fácil juzgar, no eres tú quien está enterándose ahora, treinta años después que tiene un hermano.

—Todo saldrá bien. —ella se intentó acercar a mi pero levanto una mano y le detengo..

—No. No digas que saldrá bien. Porque tú, Annette, no tienes control de lo que los demás hacen. Nadie tiene control absoluto sobre las decisiones de los demás. ¡Demonios!

Ella se asustó al escucharle maldecir y yo me sentí peor.

—Te entiendo. — dijo ella pero yo estaba seguro de que no lo hacía del todo.

—Hay errores que son imperdonables y tú trajiste a ese hombre a tu casa y es muy probable que sea el responsable de que tu matrimonio se arruine por segunda vez.

—No digas eso. — como si yo hubiese accionado una llave, sus ojos dejaron salir dos lágrimas. —No vamos a quebrarnos por esto. Antoine y yo..

—No quiero ser ave de mal agüero, no quiero ser el que te haga sentir mal —Le doy un sorbo a su vino, luego un segundo y un tercero, hasta que finalizó todo el líquido tinto que quedaba en la copa transparente.— Espero que sepas lo que haces.

—Yo no sabía que era tu hermano cuando lo invité a cenar, para mí era un simple hombre que conocí en un avión, que me brindó su amistad cuando más lo necesitaba. He tenido una mañana horrible y él ha alegrado por unos minutos mi existencia. No tengo amigos aquí en Francia y él me dio su amistad sin yo pedírsela.

—No todo lo que brilla es oro. Espero que no te equivoques con respecto a él. Eres conocida, toda Francia sabe que te casaste con mi hermano. Recuerda eso cuando hagas nuevos amigos.

—Joseph...

—Puede que creas que no estás equivocada. Yo sé que no estoy equivocado. —— me doy media vuelta y comienzo a salir de la cocina, pero ella me detiene.

— Joseph, espera. Mírame, prométeme que vas a intentarlo. No juzgues a la primera. Tengo el presentimiento de que todo esto es un malentendido.

—De presentimientos está lleno el infierno igual que de buenas intenciones. —Aseguro —Prefiero esperar todo lo malo y sorprenderme en caso de que algo bueno resulte, que esperar lo bueno y darme de bruces con la maldad de este mundo egoísta

—Joseph...

—¿Dudas,cuñadita?

Por los ojos verdes de ella color esmeralda completamente abiertos de par en par me doy cuenta que finalmente había conseguido lo que había estado buscando, Que ella se abriera a la posibilidad de que ese un breve estado mintiéndole.

—No creo que pueda salir...

—Lo harás. Saldrás.

—Jo..

—No. —levanté una mano y le freno—No vas a arrepentirte ahora. Creo escuchar voces y lo mejor es que termines ese vino y salgas a dar la cara al problema que armaste tú sola.

—No quise..

—Se que no. Pero lo hecho, hecho está.

—Antonie va a odiarme. — me susurra.

—No lo hará, porque te ama. Así que tranquila. Vamos a sobrevivir esta noche. No se porque razón ahora quiero consolarle. Se ve tan perdida.

Fracasada.

Y yo se mucho de fracasos.

—¿Vas a quedarte?

—El tiempo suficiente para ver el mundo arder. Tomate el vino. retiré la mano de ella de mi brazo y las entro en los bolsillos de mis pantalones. —Tengo que irme a la sala ahora, tomate el vino y relájate. Tengo un hermano que conocer.


Una esposa para francésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora