La noche no pintaba bien.
Me fui directo a Burdeos con la esperanza de no tener que pasar mas tiempo del necesario.
El jetlag acabó muy pronto conmigo.
Demasiadas horas, poco tiempo para prepararme. Seis horas de puto viaje, convertido en cuatro horas en el aire en el jet privado.
Mi hermano va a matarme sin siquiera darme la oportunidad de recibir al nuevo miembro de la familia.
Y como por arte de magia mi teléfono suena y algo en mí, una muy, pero muy pequeña parte, anhela que sea Ruthe.
Pero no lo es.
Es muy tímida para escribir sin que yo lo haga.
Sin que haya una pregunta de por medio.
Pero en la cama...
Vaya...
Joder que buen polvo nos tiramos.
El sonido incesante del IPhone me hace alejar mis pensamientos de Ruthe.
—Juro por Dios, hermano, que si no estás en Francia...
—Estoy en Francia. Buenas tardes para ti también, Tony. — le digo sarcástico. — ¿Es que mi cuñadita ya no te folla lo suficiente por el embarazo?
—No me tires los cables que los tengo bien cortos hoy. — me responde Tony y suelto una carcajada.
—Tranquilo. Estoy en burdeos. Recién llegando a mi apartamento.
— ¿Estarás listo a tiempo? Maldita sea, Joseph.... ¿Dónde diablos estuviste anoche? ¿Volviste a verte con esos tres delincuentes?
Claro, el hermano mayor protector siempre salía a flote.
—No he consumido anda, si esa es tu preocupación.
— ¡Y con un carajo que lo es! —grita y alejo el móvil no sin antes colocarlo en speaker.
Cuando Tony se pone en ese modo, lo mejor es alejarse y dejarle hablando solo.
—Sabes muy bien lo que has podido avanzar. No necesitas a esas lacras humanas en tu vida. Volverás a caer...
—No voy a volver a caer en nada...
—Joe....
—No lo hare. Te lo prometí. No volveré a caer en nada.
—Esto no es un juego. No son apuestas. Es tu vida de la que estamos hablando.
—La he cagado bastante, Tony. Quiero ver a mi sobrina crecer.
—Aún no sabemos lo que es...—me dice el luego de un momento, escucho como suelta un suspiro y sé que se ha relajado.
Solo hay que tocar esa tecla y el vuelve en sí de inmediato.
Annette Merechál, más bien Annette Bourdeau es una mujer increíble que llegó para cambiar la vida de mi hermano...y la mía.
Sin su apoyo no estaría limpio como lo estoy ahora.
Un par de tragos sociales nada más.
Sé que Tony tiene razón cuando dice que debo alejarme de los trillizos...pero joder, no estoy castrado ni mucho menos soy un maniaco del trabajo como el, yo tengo mi propia esencia.
Es por eso que negocié con mi hermano un puesto en la compañía, pero él no me lo dio sin más.
—Sabes que tenemos mucho que demostrar de ahora en adelante.
—No desde ahora...— añado.
—Somos una familia, Joe. Estaremos unidos pase lo que pase.
—Y le daremos la bienvenida al marica. — le digo y mi hermano vuelve a maldecir.
—Quiero controlarme contigo. En verdad lo intento, Joseph.
Vuelvo a reírme de la histeria de mi hermano y cierro la llamada.
Ropa fuera y me entro a la ducha.
Se siente bien estar en casa.
Con mis ojos cerrados, pienso en unos pechos jugosos y grandes que tuve el privilegio de chupar a mi gusto la noche anterior.
Joder.
Se me ha puesto dura con solo pensarle.
Esa mujer es como una sirena de ojos verdes.
Una muy curvilínea.
Jamás me habría fijado en ella. Nunca.
No es mi estilo ni lo será jamás.
Ella es muy distinta.
Desde su vestido de treinta dólares hasta sus pendientes de plástico.
Pero su voz...sus ojos esmeralda, maldición.
Voy a hacer que esos malditos trillizos se coman sus palabras.
Quince millones.
Solo en eso debo pensar.
Quince millones para quienes me ayudaron cuando yo más lo necesite.
No porque yo no tenga esa cantidad en el banco, sino porque mi hermano tiene todo atrapado hasta que según el demuestre que tengo la capacidad de mantenerme en una pieza.
Sí, tengo dinero...bastante. Más de lo que puedo gastar últimamente.
Pero no para hacer un cheque por jodidos quince millones de dólares y darlos a la caridad.
Pastillas y alcohol.
Maldición.
Mi erección se baja de inmediato al recordar la mierda en las que me metí.
Me termino de duchar, seco y tiro la toalla al cesto de inmediato. Entro al closet y veo la cantidad de camisas blancas que tengo allí.
De inmediato recuerdo a Ruthe.
Una jodida camisa.
Solo son tres meses. Tres meses...tal vez menos, no va a resistirse.
Soy un Bourdeau.
¿Cómo podría resistirse?
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Una esposa para francés
RomanceRuthe Milá Es una joven de pelo oscuro como la noche, ondulado y largo hasta lo bajo de su espalda. Sus ojos, son de un hermoso verde color esmeralda y posee un cuerpo curvilineo, para muchos el tan nombrado "Talla Plus" Para sus amigas, es la gord...