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—No voy a quebrarme solo porque Cristóbal venga a mi casa. Ni siquiera le vi. Llegué y ya él se había ido.
—Te juro que si le veo en el camino lo asesino. Es un maldito desgraciado. Se aprovechó de tu inocencia.
— ¡Ja! — sonrío. —Es más fácil que lo secuestres y tortures. — añado. Además. La culpa es mía. Precisamente por esa inocencia. No debí haber sido tan tonta, tan crédula.
—En eso tienes razón. —Ella se sienta a mi lado y mira mis manos que he metido en medio de los muslos. — Los hombres no valoran a las mujeres tan buenas como tú. Es duro, pero es la realidad. Aprendí que debía ser fuerte por mí misma. Vengo de una familia complicada y disfuncional hasta más no poder.
— ¿Vas a contarme sobre eso?
—En algún momento.
—Venga, estas en mi casa. Te he invitado habiendo conversado hoy mismo por primera vez. —le digo.
—Sé que llevamos meses viéndonos pero no te considero una desconocida. Se cuando alguien vale la pena, y cuando alguien no lo hace, como con Cristóbal. Esa mierda no debería ser maestro. Mira que hablar de una mujer en su propio lugar de trabajo.
—No hablemos más de Cristóbal por favor. Desperdicié meses de mi vida con él.
—No tienes que fingir que no te duele. —dice ella mirándome con ternura. Es increíble lo franca que es la mirada de verónica, su simpleza y naturalidad me hace sentir como si tuviéramos una amistad de antaño.
—No estoy fingiendo, es la verdad. Quiero no pensar en el para ver si con el tiempo le olvido.
— ¿Fue tu primer amor? — mi silencio le da la respuesta. —no creo que le olvides pronto.
—Para eso tengo a mi nueva amiga, esa al parecer me valora por un centenar de personas. —Digo con autosuficiencia y reconociendo lo obvio.
Mi celular vibra nuevamente y descubro el nuevo mensaje que me ha llegado.
Aun no respondo el anterior. Me he dedicado a verlo en la pantalla.
Sé que dijimos una noche pero...comienzo a reconsiderarlo. ¿Tú no?
Vuelvo a meter el celular entre mis muslos y un sonrojo llena mis mejillas.
— ¿Qué escondes en el celular? —Pregunta Verónica y con un rápido movimiento me tumba en la cama y me saca el celular de entre las piernas. —No me digas que el inepto sin escrúpulos te escribió. —dice mientras me quedo boquiabierta ante la facilidad con la que me tumbado. Tengo, probablemente, el triple de cuerpo que verónica.
—No. —balbuceo incapaz de comprender cómo ha tenido tanta fuerza. —Él no va a escribirme, seguro que está con otra. O a lo mejor sigue con mi madre planificando como destruir mi vida.
—Me gusta que vayas entendiendo que no debes llorarle. Rey muerto, rey puesto. —Me río porque ella siempre ha dicho eso como excusa a su inestabilidad con las relaciones amorosas. —Veamos...— con rapidez escucho el momento exacto cuando ella lee el mensaje en mi WhatsApp. — ¡Madre santa! ¡Él quiere verte! — estalla y me abraza lanzando el celular en la cama. — ¡Quiere verte! — repite y ambas comenzamos a reírnos. — Es que lo sabía. Desde que nos encontramos con el hoy. Lo supe. Esa aventura de una noche está casi convirtiéndose en un par de noches. —añade ella con tono sugerente y yo me echo a reír nerviosa.
—No sé si deba. No estoy segura de que sea lo correcto. — reconozco después de que nos tranquilizamos y nos tomamos una copa de vino tinto que Verónica destapó para celebrar mi vuelta al mercado amoroso, tal como ella le llamó. Y el vino solo hace que recuerdo el chupetón que me dio Joseph en mi pecho la noche anterior. Lo cual hace que un escalofrío recorra mi espina dorsal.
— ¿Qué has dicho, mujer? ¿Cómo puedes estar considerándolo siquiera?— ¡Por supuesto que irás! — dice mi ella con los ojos brillantes de felicidad.
Verónica es hermosa, naturalmente divina. Cabello oscuro, ojos marrones, cejas tupidas y delineadas con un marco natural que parece recién hecho del salón de belleza. Mide un metro y tanto, bastante alta y esbelta y es pura mujer fit, aunque según observe en las pocas horas que llevo tratándole, come bastante.
—No sé si deba. Siento que es muy pronto. Recién acabo de terminar con Cristóbal.
—No terminaste, él te terminó. Es importante que recuerdes el orden de los hechos. Tú no decidiste acabar su relación, él lo hizo. Así que no le debes nada.
—No me entiendes, necesito darle tiempo... ¿Qué dirán las personas?
—Dijiste que no le habías dicho a nadie.
—Él lo dijo ya en el colegio, en mi círculo de trabajo, se le apareció a mi madre y a mis hermanas aquí... ¿Quién no lo sabe? ¿Mi padre que está en la tumba?
—No seas así. Sabes muy bien lo que te digo. No merece tus lágrimas ni tu duelo. —Le diste tu número por una razón. — me recalca. — ¿Qué creíste que pasaría? ¿Qué no te llamaría? ¡Ha sido de lo más romántico el que se encontraran hoy!
—Se está hospedando a unas calles de donde estábamos. —Le digo. — no es la gran cosa. Era casi obvio.
—Da igual. —ella le resta importancia con un gesto de su mano. — No seas negativa. ¡Saldrás con ese hombre nuevamente!
—No lo sé...
¿Qué puedo perder?
La pregunta ronda en mi cabeza y mis neuronas se gritan unas con otras diciéndose los pros y contras de asistir a esta cita.
—Él no me ha dado fecha.
—Está esperando tu respuesta, Ruthe. — no le has respondido a los mensajes.
—No se...— murmuro. —Mamá aún no ha llegado. No sé qué demonios hacia viéndose con Cristóbal. Mi hermana Sole no está en casa, y sospecho que Nasha tampoco ya que no ha venido a interpelarte.
—¿Qué diablos importa todo eso? Es tu vida de la que estamos hablando. ¿Cómo vas a dejar perder la oportunidad de salir con un hombre como él? —Me dice ella comenzando a caminar por la habitación y toqueteando mis cosas. — Es rico, eso se ve, está interesado en ti, una noche no fue suficiente, al parecer— dice al ver mi cara toda sonrojada. — solo expongo los hechos. —añade.
—No sabes si es rico. Lo viste cinco segundos.
—Si se hospeda en un hotel y reservó todo un piso para estar contigo, perdóname que piense que es millonario... ¡pero es lo que pinta!
No puedo refutar su lógica.
Tomo el móvil y actuando por impulso respondo un simple:
Sí.
Lo vuelvo a tirar a la cama y me dejo caer en el suelo, pegando la espalda de la madera que sostiene la cama.
— ¿Qué hice? — farfullo con voz baja.
—Hacer algo que quieres. — dice mi amiga sentándose a mi lado.
— ¿Y si dice que tardé en responder y tiene planes con otra?
—Salimos tú y yo esta noche.
—No saldré otra vez.
—Va por mi cuenta.
—No es por el dinero.
—Él dirá que sí. — dice Rosita. —Le gustaste. Por eso te invitó otra vez.
Minutos después mi celular vuelve a sonar y me quedo quieta esperando algo.
No sé qué.
— ¡Por Dios, que me mata la ansiedad! — ella se levanta y toma el móvil.
Me llevo el dedo índice a la boca y comienzo a morderme la uña.
— ¡Chofer! — chilla Rosita y yo me olvido de todo y me levanto.
— ¿Qué dijiste?
Ella me enseña el celular casi entrándome la pantalla a los ojos. La empujo suavemente y le quito el móvil para ver lo que dice el mensaje.
Mi chofer te recogerá a las 8:00pm mañana. Envíame tu ubicación.
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Una esposa para francés
RomanceRuthe Milá Es una joven de pelo oscuro como la noche, ondulado y largo hasta lo bajo de su espalda. Sus ojos, son de un hermoso verde color esmeralda y posee un cuerpo curvilineo, para muchos el tan nombrado "Talla Plus" Para sus amigas, es la gord...