Capitulo cinco

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¿Cómo es que tú eres gorda y tus hermanas son delgadas?

¿Cómo es que puedes ser tan diferente a tus otras dos hermanas?

¿Deja de comer tanto vas a engordar aún más de lo que ya estás?

Niña, tienes que intentar maquillarte un poco para disimular esa papada que te está creciendo cada día.

Recógete el pelo en un moño alto para que tu cuello se vea un poco más, ya que estás tan gorda que apenas parece que tengas cuello.

Pienso en cada una de las frases que mi madre me ha dicho. A medida que iba cruzando la adolescencia y convirtiéndome en una adulta.

—No soy suficiente para nadie. —Murmuró mientras deambulo con los brazos colocados a ambos lados de mi cuerpo, dejándolos caer como garrotes.

— Comienza a hacer un poco de pesas para que esos brazos gruesos te puedan rebajar un poco.

—Qué tal si sales a caminar con nosotras todos los días por lo menos hacer 2 horas al día de Cardio te iría bien.

Sin embargo, no hay nada en este mundo que me pueda hacer perfecta ante los ojos de mi madre.

La ciudad de Montreal en la noche es unas de las ciudades más hermosas que jamás he visto.

Claro está, he salido muy poco de la ciudad como para saber si hay otras que se vean hermosas de noche.

Soy canadiense nacida y criada en la misma ciudad de Montreal durante toda mi vida lo único que he conocido es Canadá.

No estaría mal salir. —Murmuro mientras el hombre en la puerta me abre el espacio para que pueda pasar.

Sentarme cuéntame un cuento sentada en la barra de uno de los bares más famosos de todo el Montreal.

Al menos eso lo sé, porque es lo que comentan todas las solteras que tengo cerca en el colegio y más aún mi hermana Sole.

Ella sí que hace una mujer de fiesta y fiesta.

24 años que le han rendido bastante, ha experimentado mucho más que yo con 28.

—¿Quieres otra sangría roja, bonita? —Pregunta el barman. Y sé que me ha llamado bonita porque es un cumplido que le dice a todas las que se sientan en la barra solas.

¿Qué es más deprimente que una mujer sentarse sola en una barra de bar de Montreal, en San Valentín?

Creo que ya he consumido más que suficiente, sin embargo, le veo a él y veo mi Copa vacía, no sé cuánto tiempo llevo en el bar, tal vez lo necesario para ya marcharme, para tomar la decisión de seguir mi camino y llegar a casa a darme una ducha fría y volver a llorar hasta quedar dormida.

—No lo sé. — respondo en cambio. — ¿Cuántas es que llevo?

Para mí en lo particular, el dinero no representa un problema.

La verdad es que estoy acostumbrada a siempre, tener mis tarjetas con el dinero suficiente para costearme uno que otros gustos, como por ejemplo un par de sangrías en San Valentín.

Un par de sangrías por despecho mientras voy vestida como siempre, no fuese a una fiesta con un vestido que me costó 54 dólares aún está mal descuento, aunque el sello desea 200 dólares no es que yo no van a hacer lo suficiente en el colegio para costearlo los 200 dólares, sino que mis prioridades iban mucho más allá que un simple vestido que me iba a poner un solo día

Una esposa para francésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora