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Ella se montó en el carro conmigo, todavía temerosa, pensando en lo que diría su prima, sin embargo a mi eso me tenía despreocupado. No me importaba lo más mínimo lo que los demás pensarán de mí.

Una cosa tenía segura: No iba a dejarla marchar.

Esta vez siento en lo más profundo de mi alma que esto es lo correcto, que necesito en verdad estar con ella, que si la dejo escapar esta vez no volveré a verla nunca más y no puedo arriesgarme a no volver a verla; no podía arriesgarme a no sentir sus labios sobre los suyos, a sentir sus manos alrededor de mi cuello mientras reclamaba mi boca como suya, no, no puedo arriesgarme a no volver a ver esos hermosos ojos verdes que me miraban cargados de ansiedad y amor.

Amor.

Quizás era muy pronto para decir que veía amor en sus ojos a lo mejor me estaba equivocando quizás solo era un reflejo de lo que yo misma estaba sintiendo por ella pero me envalentonaba me daba fuerzas pensar que sí que había algo más de su parte que ella sentía esa misma urgencia por estar conmigo que aunque ella no lo decía por sus inseguridades y su timidez sus ojos si lo transmitían sin siquiera abrir la boca yo sé que ella siente algo más por mí que el simple deseo físico, y joder, precisamente por eso eché a perder la apuesta, porque sabía que me había involucrado más de lo que debía, porque sabía que esta mujer con su inocente personalidad se había calado en mi corazón y no merecía que yo me aprovechara de su corazon. Ella iba a enamorarse de mi, lo haría, porque yo buscaría eso, ese era el plan. Pero el plan se fue a la mierda aquella noche bajo la lluvia cuando le vi llorar. Cuando super que no deseaba verla así por mi culpa. Cuando sentí que podía matar a quien sea que intentara hacerle daño.

Mierda, jamás pensé que sería capaz de amar a alguien que no fuese a mí mismo, jamás creí que fuese posible enamorarme de ninguna mujer.

Estoy tan roto, estoy tan jodido, he pasado por tanto en estos últimos años, más de una década follando como si no hubiese un mañana con cuanta mujer se me acercara.

He vivido una vida de libertinaje, drogas y alcohol que no sé cómo diablos voy a confesarle todo eso.

Lo único que sé es que no quiero guardarle ni un solo secreto porque los secretos destruyeron mi familia, gracias a los secretos de mi madre mi hermano y yo nos mantuvimos alejados durante casi década y media; él sintiendo que yo era una basura, una mierda y en verdad, si lo pienso a consciencia, yo lo había sido durante mucho tiempo.

Los secretos habían alejado a mi hermano, a mí medio hermano Marcus de nosotros. El creyendo que no habíamos querido ayudarle a salvar la vida de su madre adoptiva. Cecile había sido toda una ficha repugnante y maquiavélica. Sembró ese odio en Marcus para que él jamás se acercara, para que nunca tuviera nada que ver con nosotros.

Y ahora, mientras conducimos por la calle de Burdeos con ella a mi lado, con su mano entrelazada con la mía, me daba cuenta que no quería ni un solo secreto entre nosotros; así que esta noche confesaría absolutamente todo porque no quiero que nada nos arruine

— ¿Estás bien?

— ¿Por que siempre me preguntas si lo estoy?

— Necesito estar seguro de que te sientes bien a mi lado de que lo que creo que veo en tus hermosos ojos no está solo en mi imaginación.

— Quiero estar aquí si a eso te refieres, no tengo ni una sola duda de querer pasar una velada contigo y cenar tranquilos. Te aseguro que quiero estar aquí.

Con eso me es más que suficiente, así que sonrío sin darme cuenta y ella me sonríe de vuelta.

Después de un par de mensajes a mi secretaria, la misma que Antoine me hizo recontratar al dia siguiente, puesto que yo tambien había sido responsable por lo sucedido con el contrato, precisamente con ella, conseguí una reserva en el InterContinental Bordeaux, uno de los hoteles con mayor historia y gastronomía, ganadores de dos estrellas Michelin.

Una esposa para francésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora