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La gala era benéfica para los pacientes con cáncer en la sangre. El traje me molesta pero aun así intento aguantar lo mas posible. Las luces parecen sacadas de un jodido campo de futbol. No quiero estar aquí. No deseo estarlo. Pero Tony no pudo venir porque mi cuñada se siente mal, el embarazo cada día va mas avanzado y las molestias incrementando. Siento el olor de un perfume que reconocería aquí y en china y miro a la mujer que se acerca sonriente. Su cabello rubio recogido en un moño alto bastante elaborado. Sus ojos sagaces me miran de arriba hacia abajo. Es lo común en ella.

Siempre igual.

—No crei que vendrías.

—¿Qué haces aquí?

—No por ti, te lo aseguro. — me dice leyendo mis pensamientos. — deja de creer que eres tan importante, Joseph.

—Despues de la mamada que me hiciste en el baño hace unas semanas peudo pensar que si soy importante. Creo que recordar que hasta me rogaste que te follara.

—Eres un desgraciado desalmado.

—Increiblemente aun te gusto. —mis labios se curvan en una media sonrisa sargastica y espero que me pegue, peor no lo hace.

—Estoy comprometida. — dice subiendo su mano y enseñándome el anillo. —me caso en un mes.

—Me alegro. — digo, y en verdad lo hago. Lo estoy. Estoy feliz por ella de que finalmente lograra olvidarme.

—No te amo, jamas lo hice. —me dice entonces acercándose hasta que solo nos dividen las copas que tenemos en nuestras manos. Ella una de champagne y yo un vaso corto con wishkey. —Alejarme de ti fue lo mejor que pude hacer.

—Me alegro por ti, Caro.

— ¿Puedes responderme algo? —me mira girando un poco el rostro y mirándome triste. —¿Por qué no me viste como material para matrimonio? ¿Por qué junca te interese mas que para sexo?

—Vas a casarte con otro hombre, Carola. No creo que eso sea conversación para nosotros.

—El no es de aquí,

—Bien.

—Estas en modo frio, lo entiendo. Pero no tienes que alejarme más de lo que ya estoy. Lo que sentía por ti, ese deseo incontrolable de ser suficiente, ya no lo siento.

—Y me alegro.

—¿¡Puedes porfavor dejar de decir esa mierda!? —ella pierde los estribos y me doy cuenta que ella sigue afectada por yo no poder corresponderle como ella desea.

—¿Qué es lo que queires de mi, Carola? ¿Qué esperas que te diga? Vine aquí con intenciones de salir en treinta minutos. No me jodas la noche.

—Nos vimos hace tan...

—No me hables de que nos vimos. Te comprometiste. Asimila eso para que puedas dejarme en paz.

—¿Cómo peudes ser tan desinteresado y arrogante?

—Siempre he sido asi, Carola. Solo que no deseabas verlo.

Me alejo de ella luego de esperar una repsuesta. Pero ella no me la ofrece. Sabe que tengo razón.

Camino entre la multitud, estrechar mano, charlar dos minutos, lo suficiente apra que se note mi precescia, la precesncia de los Bourdeau, pero no tanto como para que alguien desee cuestionarme sobre mi familia.

Mi madre, Cecile, decidió suicidarse, eso es de conocimeinto publico. Nadie sabe exactamente como, solo saben que ella se quito la vida. En cambio mi hermano y yo si. Y nuestro medio hermano Marco también.

Una esposa para francésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora