—¿Qué es lo que me estás diciendo?
—Creo que eres bastante inteligente para entender lo que te estoy diciendo.
—No se trata de la intro de unas vacaciones, querida, quiero que pronuncies lo que me estás pidiendo. Dime claro lo que necesitas.
—Necesito tu ayuda. —Dice con tono nervioso. —Eso es. Solo tu ayuda.
Me quedo observándola y sé que puedo zafarme de inmediato, tengo demasiada mierda encima como para ponerme a buscar la familia perdida de alguien.
Aunque ese alguien sea esta bella mujer que me mira con los ojos llenos de lágrimas y el ceño fruncido.
Ella es orgullosa, lo sé porque he tenido el tiempo en estos días suficientes para saber con quién diablos me estaba revolcando; no es una mujer a la cual le resulta fácil pedirle favores a las personas, ella tenido que ser autosuficiente y tirar hacia adelante por sí sola. Por lo que veo su familia es una Joyita.
Mi hermano me mataría con el simple hecho de yo aceptar ayudarla pero para mí después de haber dejado las pastillas me resultaba demasiado difícil concentrarme en una función sin tener que hacer tres a la misma vez.
El hecho de entretenerme me hacía mantenerme cuerdo, me hacía mantenerme limpio , sin necesidad de querer consumir absolutamente nada que me hiciera olvidar.
Eso mi hermano no lo entendía.
Eso nadie lo entendería.
—Puedo ayudarte encontrar tu familia.
Los ojos de ella se iluminaron, de repente, sorprendiéndome, ella se levantó del sofá y casi tumba la copa de vino que había colocado encima de la mesa, se acercó a mí y envolvió sus brazos en mi cuello y comenzó a sollozar.
—¡No sabes cuan feliz estoy de escucharte! ¡Oh Dios mío! ¡no puedo creer que en verdad vas a ayudarme! —llora y me agarra totalmente desprevenido porque no puedo hacer más que abrazarle e inhalar el rico aroma a flores de su cabello. — yo tenía tanto miedo de venir hacia ti, mi amiga pensaba que no ibas a ayudarme. Ella me dijo que no lo hiciera, que no te conocía lo suficiente...
Quiero decirle que su amiga tenía razón, que ella no debería de confiar en las personas así de fácil, sin embargo algo en mí hace querer que yo lo ayude, hace querer que yo la proteja del mundo.
¿Qué diablos es esto que siento en mi pecho? ¿Es felicidad? ¿es alegría? ¿que sentimiento es esto que estoy sintiendo ahora mismo? Ella me ha contagiado de algo.
Algo raro.
Por más que lo pienso jamás había sentido esta sensación tan incómoda en mi pecho y ella es la responsable.
—Las cosas no son tan simples. —le digo entonces mientras la separo de mi cuello un poco, al menos lo suficiente para poder verla a los ojos, esos enormes ojos verdes que me miran llenos de vida y de felicidad, al parecer ella había estado esperando toda su vida por el mínimo gesto de ayuda que he tenido con ella.
Mierda es que me duele el corazón, la poca alma que tengo en el cuerpo solo de pensar en cómo pienso utilizarla para ganar una apuesta.
—¿Que es lo que quieres decir? ¿ no vas ayudarme?
Su pregunta, su tono de voz, la forma en como ella comienza a morder su labio inferior me da entender que estoy apunto de cagarla a lo grande.
—No es tan fácil como decir que no voy a ayudarte, es que hay cosas que debes de saber antes de embarcarte conmigo en este viaje. —Intento explicarme — supongo que vas a querer que yo te acompañe buscando a tu familia . No conoces Francia ni por donde comenzar a buscar.
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Una esposa para francés
RomanceRuthe Milá Es una joven de pelo oscuro como la noche, ondulado y largo hasta lo bajo de su espalda. Sus ojos, son de un hermoso verde color esmeralda y posee un cuerpo curvilineo, para muchos el tan nombrado "Talla Plus" Para sus amigas, es la gord...