CAPITULO 29

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"Encontré una mujer, más fuerte que cualquiera que conozco. Ella comparte mis sueños, espero algún día compartir su hogar. Encontré una amante que lleve más que solo mis secretos. Para llevar amor, para llevar nuestros propios hijos"
Perfecto - Ed Sheeran



3 semanas después

Colin despertó de un sueño peculiar y, como siempre, con hambre. Sin embargo, lo que más lo perturbó en ese momento fue la ausencia del calor de su cuerpo junto al suyo. Ya se había acostumbrado a dormirse con la cara entre sus pechos, acariciando la delicada piel de su cuerpo mientras la abrazaba y... hmm... ahora, estaba completamente despierto. Con esfuerzo, sintiendo su cuerpo pesado y dolorido, se dio la vuelta en la cama, quedando boca abajo. Enterró el rostro en la almohada que ella estaba usando, inhalando un suave aroma a vainilla y jazmín que calmó de inmediato su cuerpo tenso, pero avivó aún más ese otro deseo. Su deseo le gritaba con necesidad y ansia.

Tras unos minutos de sentirse solo, Colin decidió ir a buscarla. Aún aturdido por el sueño, le costó levantarse, pero con esfuerzo se dirigió hacia el probador. Con una amplia sonrisa, se detuvo en el umbral de la puerta al verla frente al espejo, envuelta en un delicado camisón, con el pelo suelto en rizos que le caían por la espalda hasta la cintura.

En el reflejo del espejo, vislumbró una mueca que curvaba sus labios mientras se observaba, cerrando de vez en cuando los ojos, como si evitara mirar lo que se reflejaba ante ella. Se giró de perfil y él notó que su vientre era considerablemente más grande de lo que recordaba. Sin embargo, irradiaba belleza. Era una perfección resplandeciente y la expresión de disgusto que mostraba estaba completamente fuera de lugar en ella.

Colin sintió una oleada de excitación recorrer su cuerpo al verla allí, así. Involuntariamente dejó escapar un murmullo ronco —Mierda, mujer, pareces Afrodita— Mientras se ajustaba los pantalones, se dio cuenta de que estaba aún más rígido que antes.

Penélope se miró asustada al espejo y luego se giró con los ojos muy abiertos y llenos de lágrimas. A grandes zancadas, incluso con sus piernas cortas, lo alcanzó medio segundo después. Lo abrazó con fuerza, repitiendo varias veces, entre sollozos, —Oh, Dios mío— añadiendo —Por fin te despertaste. Tenía tanto miedo de perderte.

Colin le devolvió el cálido abrazo, acariciando suavemente con sus manos la espalda de Penélope. Al mismo tiempo, la preocupación y el miedo se apoderaban de él, lo que le hizo sentir un escalofrío ominoso que le recorría la espalda. Acunó su rostro entre sus manos, con los ojos fijos en ella, mientras le preguntaba con ternura —¿Qué pasó? ¿Por qué lloras? Estoy aquí, Penélope— concluyó, dejando un suave beso en su sien. —Y no me voy a ir a ninguna parte.

Penélope frunció el ceño, buscando las palabras adecuadas mientras luchaba contra sus intensas emociones. Después de un rato, con el llanto bajo control, finalmente preguntó, con voz temblorosa —Colin, ¿qué es lo último que recuerdas?

Su pregunta lo intrigó y sus cejas se alzaron con confusión mientras rebuscaba entre sus recuerdos, tratando de entender la razón detrás de esa pregunta. Sus ojos vagaron por su entorno y, en un instante, los recuerdos lo golpearon con fuerza, como un rompecabezas que encaja sus piezas.

Entonces comprendió.

Un destello de pánico iluminó su rostro y fijó sus ojos abiertos en la pelirroja que lloraba en sus brazos. —No estamos en Bloomsbury— dijo.

—No— respondió Penélope, dándole un momento para procesar la información.

Colin tragó saliva. —¿Te hizo daño? ¿Qué pasó después? Dime que esto terminó, por favor. —Su voz salió apresurada, al igual que el pánico impreso en su expresión y sus manos colocadas con aprensión sobre su vientre.

Nadie dijo que sería fácil ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora