CAPÍTULO 11

540 39 1
                                    

"Espera. Podemos atravesar el fuego.
Y mi amor, estaré a tu lado por siempre.
Y sabes que si alguna vez llamas mi nombre, estaré allí. Nunca estarás sola".
Nunca estarás sola. - Anastacia

Penélope se detuvo a la entrada del Palacio de St. James al menos una hora antes de la presentación ante la Reina, sintiéndose abrumada y con ganas de salir corriendo. Su madre le tomó la mano y la apretó brevemente antes de instarla a seguir adelante. Con cada paso que daba, se arrepentía de no haberse ido. Pero sabía que estaba mal y que nadie más que ella debía pagar por los errores de su familia, ni siquiera Colin.

—Si seguimos caminando como si estuviéramos en un cortejo fúnebre, no llegaremos a tiempo a la Reina— se burló Marina después de resoplar y dar patadas como una niña malcriada por décima vez consecutiva.

—El camino está libre señorita Thompson, continuaré al ritmo de mi hija—dijo Portia sonriendo.

Marina arqueó una ceja y señaló a Penélope. —¿Está bien? Parece muerta. Pálida, apagada y sin vida.

—Tal vez fue un destino mejor —murmuró Penélope, recibiendo un codazo en las costillas de su madre.

Portia le hizo un gesto a Marina para que siguiera adelante y, cuando se estableció una distancia segura, se volvió hacia Penélope y la detuvo.

—Penélope, sé que no quieres estar aquí, pero intenta disfrutarlo. No dejes que te arrebaten eso también. —Sonrió brevemente y continuó— Además, tu chico Bridgerton estará allí. Al menos por un momento, elige centrar tu atención en las cosas buenas, incluso las pequeñas. El infierno seguirá allí al día siguiente, pero esas fracciones de felicidad y calma, no.

Penélope asintió lentamente y siguió caminando. Sin embargo, no era fácil. La pesadez que sentía en el corazón era demasiado opresiva para disiparse tan fácilmente. La idea de su matrimonio forzado con el duque se cernía sobre ella como una sombra oscura, llenando su mente de tristeza e incertidumbre.

—Hola, querida. —Penelope levantó la mirada, sonriendo, cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por la suave voz de Lady Bridgerton y sólo entonces se dio cuenta de que ya estaba en el pasillo fuera de la sala de presentaciones, de pie, mirando al suelo, rodeada de impresionantes chicas de edades similares.

—Lady Bridgerton —dijo Penélope mientras se inclinaba cortésmente.

Violet puso sus manos sobre los hombros de Penélope y la abrazó, al mismo tiempo que le susurraba al oído —Basta, niña. Me vas a dar un nieto.

—Lamentablemente, parece que no será tan fácil —respondió Penélope sonriendo tímidamente y dirigió su mirada hacia Daphne, que estaba al lado de Marina—. ¿Todo bien, Daphne? Pareces un poco...

—Oh, es sólo nerviosismo —sonrió suavemente.

—Y molesta porque toda la familia no está aquí— agregó Violet provocando que el rostro de Penélope se ensombreciera de inmediato.

Daphne soltó una risita nerviosa antes de responder —No estoy enojada. A Eloise no le gustan esas cosas. Y Colin...

—¿Colin no ha venido? —cuestionó Penélope, interrumpiendo a la muchacha. Portia volvió a tomarle la mano y la apretó con fuerza.

—No. Él y Eloise se fueron temprano juntos y nadie sabe a dónde —respondió Daphne.

Violet le dio a Penélope una cálida sonrisa y colocó una mano sobre su hombro.

—Aún hay tiempo para que lleguen —dijo y dejó escapar un suspiro antes de hablarle a Portia en un tono más bajo pero urgente—. Creo que es hora de que hablemos.

Nadie dijo que sería fácil ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora