CAPÍTULO 28

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"Si te hundes, nos hundimos juntos.
Si aguantas, puede que me quede para siempre.
Si te lastimas, intentaré que mejore.
Si te hundes, nos hundimos juntos".
Nos hundimos juntos - Dove Cameron

Penélope levantó la vista en busca de ayuda y vio a Anthony dándole dos puñetazos más a Sebastian. Al mirar a la derecha, vio a Eloise en la esquina, sosteniendo el arma que Colin había tomado, con los ojos muy abiertos y llorosos mientras apuntaba al cuerpo inerte de su hermano y apuntaba con el arma en dirección al duque.

Volviéndose hacia Colin, acercó su rostro al suyo y besó brevemente sus labios hinchados y manchados de sangre. —Voy a hacerle pagar por esto, Colin —murmuró suavemente en su oído, sus palabras cargadas de determinación. Con algo de esfuerzo, se puso de pie y caminó hacia Eloise, quitándole el arma de las manos sin resistencia.

Penélope se acercó a Sebastian con pasos lentos, con el corazón acelerado apenas audible para sus propios oídos. Él estaba sentado en el suelo, tan herido como Colin.

Pero él estaba respirando.

El estaba vivo.

Él estaba sonriendo.

Esa sonrisa sarcástica, la sonrisa que rara vez abandonaba sus labios, era una mirada desafiante que enviaba el mensaje de que no estaba derrotado, al menos no del todo.

Con manos temblorosas, Penélope le apuntó con el arma, con el dedo en el gatillo. El frío del metal parecía filtrarse por su piel y congelarle los dedos, pero su determinación ardía como una llama en su interior. No podía soportarlo más. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para no tener que pasar por eso nunca más.

Sin embargo, Anthony se acercó y colocó suavemente su mano sobre la de ella, que sostenía el arma con firmeza. Sus manos estaban heladas, pero su tacto la reconfortaba, era un ancla en medio del caos. —Colin estará bien, no vale la pena—murmuró en voz baja y tranquila.

Sebastian se puso de pie con cierta dificultad, su postura aún tenía un matiz de arrogancia a pesar de sus heridas. Anthony se interpuso entre Penélope y el duque como un escudo protector. Una mueca de desprecio cruzó el rostro de Sebastian, sus ojos brillaban con una mezcla de desprecio y desafío. —Te dije que mataría a cualquiera que te pusiera una mano encima, cariño— declaró, volviéndose hacia Colin.

—Y le aseguré que no me lo perdería cuando llegara el momento de matarlo, Su excelencia —replicó con firmeza en su voz, su tono exudando odio, mientras se alejaba de la protección de Anthony y se acercaba lo suficiente para ponerle la pistola en el estómago—. Esa fue mi única promesa dentro de este infierno de matrimonio —jadeó, apretando el gatillo. El arma retrocedió, golpeándose contra su vientre, el profundo suspiro de Anthony a su lado y el crujido resonando en sus oídos—. Y no rompo mis promesas —concluyó, dando medio paso atrás mientras él se tambaleaba hacia adelante, apoyándose en ella.

Anthony intentó rápidamente apartar a Sebastian de ella, pero el duque la sujetó con fuerza. Los ojos de Penélope se encontraron con los suyos, transmitiendo una mezcla de emociones tumultuosas.

—Déjalo, Anthony —murmuró Penélope al oír la voz apagada de Sebastian que intentaba decir algo. Anthony cedió y retrocedió con cautela; su preocupación era evidente en cada línea de su rostro.

Penélope se apartó un poco y fijó sus ojos cansados ​​en los de Sebastian. Había miedo y también un rastro de lágrimas a punto de caer. Su voz, entrecortada y débil, cortó el aire —Lo hice por ti, pelirroja. Todo por ti. Todo para que pudieras ser mío. Maté a Archibald. Maté a tu maldita prima que intentó usurpar tu lugar...

Nadie dijo que sería fácil ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora