CAPITULO 30

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"Porque eres amado
Eres amado más de lo que sabes
Por la presente prometo todos mis días para demostrarlo
Aunque tu corazón es demasiado joven para darse cuenta
La luz inimaginable que tienes dentro"
Luz - Durmiendo al fin


Semanas después - Aubrey Hall

—¿Estás lista, cariño? —preguntó Colin, entrando a la habitación donde Penélope había pasado las últimas horas preparándose con la ayuda de Sophie.

Penélope lo miró a través del reflejo del espejo y dejó escapar un suspiro entrecortado, antes de cerrar los ojos, intentando no mostrar el dolor punzante que la azotaba por tercera vez ese día, y volverse hacia él, dándole la espalda al espejo. —¿Puedo quedarme aquí en el dormitorio, en silencio?

Colin se acercó a ella, preocupado, colocando una mano sobre su vientre y la otra sobre su rostro. —¿Por qué? ¿No te sientes bien?

Por un segundo más, Penélope pensó en cuál debía ser su respuesta. Su bebé no se había movido durante semanas, y aunque su barriga seguía creciendo, algo no iba bien. Ella lo sabía y estaba aterrorizada. Colin intentaba constantemente animarla, diciéndole que confiara en el médico y que todo estaría bien. Sin embargo, ella seguía aterrorizada, y cuando se despertó esa mañana sintiendo el mismo dolor que semanas atrás, su primer pensamiento fue que estaba perdiendo al bebé. Pero ¿cómo decirle eso a alguien que tiene la oreja pegada a tu barriga y una tierna sonrisa en los labios mientras canta suavemente una canción de cuna? Penélope no podía hacerle eso. Luego el dolor desapareció por unas horas, pero volvió en ese momento, más constante y doloroso.

Tras dar un suspiro de alivio cuando el dolor remitió, miró a Colin, con los ojos brillantes y emocionados, pero también preocupados y tensos. Luego sonrió con tristeza y dio la segunda razón por la que no quería salir del dormitorio. —Este vestido es hermoso—comenzó, con una lágrima errante deslizándose por su mejilla, —pero yo no. Además de la fealdad habitual, solo tengo 7 meses y ya soy enorme.

—Oye, ¿cómo puedes decir eso? —interrumpió Colin, con los ojos llenos de cariño mientras le secaba las lágrimas—. ¿Cuando tengo frente a mí a la mujer más hermosa y deslumbrante de este mundo?

Penélope curvó los labios en una tímida sonrisa que duró menos de dos segundos, cuando volvió a quejarse —Hasta esta mañana apenas me dejabas poner los pies en el suelo, ahora insistes en que me presente en un baile. No te entiendo.

Colin la abrazó suavemente por la cintura, le dio la espalda para que se mirara al espejo y se paró detrás de ella con la barbilla apoyada en la parte superior de su cabeza. Sus ojos se encontraron con los de él a través del reflejo y él continuó argumentando con cariño —Quiero tener la oportunidad de bailar contigo al menos en un baile esta temporada.

Penélope suspiró, todavía un poco indecisa, y recordó —Pero ya bailamos en una. En el jardín, ¿te acuerdas?

La miró con una mirada llena de amor y nostalgia. —Solos, bajo las estrellas, sin que nadie nos viera. Sí, lo recuerdo. Pero ahora es diferente. Quiero desfilar contigo en un salón de baile, demostrar que tengo el corazón de la mujer más hermosa de Londres, si no del mundo— concluyó, plantándole un beso en la mejilla.

Sus palabras aceleraron el corazón de Penélope y se sintió envuelta por esa mirada ardiente. Sin embargo, su mente obstinada y el dolor que comenzaba a surgir nuevamente la hicieron arquear las cejas en respuesta, reprimiendo el impulso de soltar un gemido de dolor y cuestionar nuevamente el matrimonio. —Debería estar de luto, no desfilando ante un hombre soltero—respondió, con un dejo de impaciencia en su voz. Intentó apartarse de su camino y alejarse del espejo, pero Colin no se lo permitió, manteniéndola apretada entre sus brazos.

Nadie dijo que sería fácil ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora