CAPITULO 16

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"¿Cuántas veces tengo que decírtelo?
Incluso cuando estás llorando, también eres hermosa.
El mundo te está golpeando, estoy cerca en cada estado de ánimo.
Eres mi perdición, eres mi musa.
Mi peor distracción, mi ritmo y blues.
Todo de mí - John Legend

—Te extrañé —le susurró Colin al oído mientras la abrazaba fuerte.

—Yo también —dijo ella, poniéndose de puntillas, apoyando las manos sobre sus hombros y besándolo como si estuviera hambrienta. Como si fuera la última vez y nunca más fuera a sentir esas mariposas en el estómago.

Colin conocía esa voracidad, ese hambre insaciable, y era difícil resistirse a ella. Durante los últimos 14 días, a excepción de los dos en que ella estuvo enferma, sus citas siguieron el mismo patrón. Se quedaban despiertos toda la noche, pero las palabras escaseaban. Gran parte del tiempo lo consumía un deseo voraz, mientras se entregaban sin descanso el uno al otro como si fuera la última vez. Y eso no sería un problema si él no supiera las razones de todo ese comportamiento de ella.

Penélope se sentía más segura de sí misma y se sentía aún más cómoda tomando la iniciativa y acercándose a él, impulsada por esa ansiedad insaciable que la había dominado estos últimos días. Era como si algo dentro de ella pidiera más, siempre más, especialmente esa noche.

Ella desató con calma los nudos de su corbata uno por uno, con sus ojos clavados en sus profundos ojos verde esmeralda, nublados por la lujuria y la tenue luz, mientras sus manos vagaban por su cuerpo.

Con la corbata desabrochada, le dio un suave beso en la nuez de Adán, lo que le hizo suspirar. Después de quitarse el abrigo y el chaleco, pasó los dedos por el dobladillo de su camisa y estaba a punto de quitársela cuando él cerró una mano alrededor de sus muñecas, impidiéndole avanzar más, y retrocedió unos centímetros.

—Pen —dijo Colin con voz ronca—. Espera... tenemos que parar esto.

Ella dio un pequeño paso atrás y lo miró con el ceño fruncido. —¿Por qué? ¿Hice algo mal? ¿O ya estás cansado de mí?— dijo Penélope en voz baja, tratando de ocultar el dolor del rechazo, al mismo tiempo que Colin le soltaba las muñecas y se sentaba en la silla.

—No has hecho nada malo y no, nunca podría cansarme de ti. No me cansaría de estar a tu lado, y mucho menos de estar dentro de ti —susurró, sellando rápidamente sus labios sobre los de ella para calmarla, pero también para saciar parte de ese deseo de tocarla. Luego apoyó su frente contra la de ella y continuó explicando— Sé lo que has estado haciendo estos últimos días y quiero que pares. ¡Por favor!

Ella se apartó, avergonzada por el tema, y ​​​​dijo encogiéndose de hombros —No sé de qué estás hablando.

Colin suspiró y la atrajo hacia sí, mirándola a los ojos. —Te estás despidiendo de mí, Pen. Cada beso tuyo, cada caricia, todo parece tener un tono de despedida.

—Pero tú mismo dijiste que quizá no tuviéramos un mañana —replicó Penélope, entrelazando las manos detrás de su cuello.

—Es diferente. No puedo explicarlo. Siento que me estás diciendo un 'adiós' y no un 'hasta luego'. Y yo nunca te diré adiós, Pen —dijo con la voz quebrada.

Ella bajó la cabeza, alejándose de él en silencio.

—Ni se te ocurra preguntarme eso, no me voy —impuso Colin, acercándose a ella—. Ya conseguí una casa para nosotros, y aún no sé cómo, ¡pero vamos a hacer que funcione! —exclamó lo más eufórico posible—. ¿Si no quieres que seamos amantes? Está bien, lo entenderé. Haré lo que quieras, menos irme. —Cerró el espacio, ahuecó su rostro entre ambas manos, acariciándolo mientras continuaba hablando— Te necesito como necesito el aire para respirar. Verte casarte con otro será un infierno en sí mismo, pero estar lejos de ti será mil veces peor. Así que no. No te dejaré aquí, sola. No me voy.

Nadie dijo que sería fácil ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora