XXXVII. Las confesiones de Louis

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- Cariño, si ves a alguno de los primos o los tíos los saludas, eh, que sino luego me dicen que eres muy borde con ellos – me ordenó mi madre tras oír a Alaric llamarnos.

- Sí, mamá – murmuré abrazándola.

- Abrígate por allí que luego te me constipas y tenemos un disgusto – bromeó Travis con el mismo tono que mi madre llevándose una colleja por su parte.

- Tú ponte algún gorrito que me vas a pasar frío ahora con ese corte de pelo – bromeé y ambos reímos fuertemente mientras nos abrazábamos.

- ¡Chicos! – gritó Alaric tras oír el típico anuncio de los vuelos que suenan en los aeropuertos.

- Mamá – la llamé –, dile a papá que voy a estar bien protegida por mis compañeros y que no necesito que llame a alguno de sus hombres para que me eche un vistazo.

- Clarissa – murmuró ella.

¿Qué quiere? Solo le falta eso a mi padre.

Como dije, mi padre es un importante empresario en Italia, sobre todo en Nápoles y Milán, lo que conlleva tener a muchos hombres a su cargo y disposición para velar por él; es raro que no me haya puesto ya a alguien dispuesto a pisarme los talones nada más tocar suelo italiano. Si alguien me siguiese no estaría ni sorprendida.

- ¡Pequeñaja! – gritó Louis llamándome para que me colocara a su lado y así sentarnos juntos.

Me despedí de mi madre y Travis con un último abrazo y salí corriendo hacia el idiota que se hacía llamar mi amigo de la infancia.

- ¡Hey, que soy igual de alta que tú! – me quejé.

- ¡Yo soy cinco centímetros más alto que tú! – gritó y varias personas a nuestro alrededor empezaron a reír.

***

- Nene, te vas a dormir – reí viendo como a Louis se le caía la cabeza contra mi hombro cada vez más acompañada del cierre de sus parpados.

- ¡Estoy despierto! – gritó pegando un brinco.

- Y creo que acabas de despertar a Zayn – susurré al ver cómo el moreno pegaba un pequeño brinco al lado de Liam al lado contrario al nuestro.

- No te preocupes, estalla la tercera guerra mundial y ese seguiría durmiendo – bromeó y a continuación apoyó la cabeza en mi hombro.

- ¿Qué te ha pasado para que estés tan cansado? – le pregunté entrelazando nuestras manos.

- ¿Te acuerdas de que estaba dándole clases particulares a unos niños? – asentí.

- Por su culpa hace mucho que no nos veíamos – me quejé.

- ¿Quieren algo para tomar? – nos preguntó una de las azafatas del avión y ambos negamos con la cabeza.

- Bueno, pues ayer por la mañana estuve con ellos hasta bien entrada la noche y no he podido dormir mucho – explicó.

- ¿Y después? – inquirí – Digo tras cenar y eso, ¿ no pudiste descansar en tu casa?

- Es que no estuve en mi casa – murmuró.

- ¿Cómo que no estuviste en tu casa? – pregunté confusa – ¿Dónde estuviste entonces hasta tan tarde?

- En casa de Ali – murmuró nuevamente.

- ¿Qué? – grité y esta vez sí que Zayn se despertó.

No grité por el hecho de que fuese a su casa hasta tan tarde – los tres éramos amigos de la infancia – sino por el tono que había empleado para responderme; como si aquello fuese un pecado capital.

The afraid of falling in love ➳ z.m. punk [finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora