XIV. Creo que voy a vomitar.

207 11 3
                                    

- ¿Y éste dónde lo pongo? – preguntó Louis mientras sostenía unos de los cuadros que tenía en mi habitación de Italia.

- Justo al lado del grande que acabas de poner – contesté.

Hacía exactamente una semana que había finalizado los exámenes así que en una llamada rápida llamé a Louis y aquí nos encontrábamos mi hermano, él y yo, colocando más de diez cuadros aquí y allí por toda la casa.

- ¡Cómo coloque uno más me quedo sin dedos! – se quejó Travis tras golpearse el dedo como unas tres veces ya con el martillo.

- Si tuvieras un poco de cuidado no te pasaba eso – rió Louis.

- ¡Es el martillo!

- Claro, el martillo, por supuesto – reí pero el tono del móvil de mi hermano me cortó.

- ¿Sí? – contestó mientras dejaba uno de los cuadros que había cogido y se marchaba dirección a la concina.

Diez cuadros después, Travis volvió a aparecer sin una expresión legible en la cara.

- ¿Ocurre algo? – preguntó Louis al ver que cogía su abrigo de la entrada y se lo iba a botonando poco a poco.

- Me acaban de llamar del trabajo y debo ir – mintió.

Nunca se le había dado bien mentir y nunca se le iba a dar bien. No es que supiera que exactamente donde trabajaba y cuál era su horario pero digo yo que casi a las ocho de la tarde – cuando todo el mundo está cenando – no te llaman para ir a trabajar.

- Dios, tío, ¿y dónde trabajas? – preguntó Louis.

- En un taller, pero el dueño no encuentra las llaves y soy el único que vive cerca así que… – se encogió de hombros – Nos vemos – se despidió.

Tras unos minutos en silencio colocando más cuadros, ahora en mi habitación, otro móvil sonó. El de Louis. 

- Dime, Johnson – contestó éste.

***

- ¿Estás segura? – preguntó Louis, cuando nos bajamos de la moto, como la vigésimo cuarta vez por lo menos desde que le dije que le acompañaba a la carrera de esa noche.

- Sí – bufé – Vengo todos los días desde el mes pasado, no me voy a morir.

- ¿Qué? – abrió los ojos cual plato de lentejas de mi abuela – Pero si éste lugar te trae tan…

- Aunque te parezca extraño ahora cuando vengo me siento… ¿mejor? – reí ante el gesto de su cara.

- Yo flipo contigo, pequeñaja – pasó uno de su brazos sobre mis hombros. Al no llevar tacones, inexplicablemente, Louis me sacaba una cabeza y poco más si se erguía de la forma que estaba ahora mismo, y aquello me causó otra gran carcajada.

- Hola, Austin – saludó un chico cuando llegamos a un grupo reducido que al contrario que los demás no portaban ningún botellín de cerveza u otra bebida de alcohol en la mano.

- Hola, Wood – Louis se tensó sintiéndolo en su agarre sobre mis hombros.

- Imbécil de mierda – pensé mirando a aquel chico de ojos claros.

En realidad Louis se apellidaba Austin pero al separarse sus padres cuando era pequeño adquirió el apellido de su padrastro y un odio horrible a aquel tipo, y la solo mención de ese apellido era como si una mofeta te lanzara su queridísimo olor.

Y aquel tipo, por lo que parecía, lo sabía.

- Vaya – ahora me miró a mí – ¿Clary, verdad?  

The afraid of falling in love ➳ z.m. punk [finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora