XL. Ahora me toca a mí.

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- Pues mira no, no quiero hablar contigo – dije cortante levantándome del bordillo junto a Alison. Aunque ésta entró dentro del club dejándonos completamente solos junto alguna que otra pareja ebria liándose y el gorila de casi dos metros de altura de la entrada que estaba deseando marcharse de allí e irse a su casa para descansar de su estúpido trabajo.

- ¿Por qué? – alzó la voz dando una zancada hacia mi persona.

- Porque estaba pasando el mejor momento de mi vida aquí en Milán hasta que llegaste – me separé de él bajando a la calzada; algo totalmente estúpido, pues los coches por allí pasaban rápidos y nunca sabías cuándo uno iba a doblar la esquina.

- ¿Cuándo has venido? – preguntó cogiéndome de las muñecas suavemente para subirme a la acera antes de que alguno llegase y me atropellara.

Si no estuviese enfadada con él desde hace tanto tiempo que ni me acuerdo, quizá le hubiese dado las gracias por su acto.

- Esta mañana, a las once– murmuré.

- Solo llevas aquí veintidós horas, no llevas ni un día – rió.

- Pues eran las mejores veintidós horas de mi vida hasta que llegaste tú – dije y caminé de vuelta al club chocando mi hombro con su brazo por accidente aunque rudamente.

- ¡Clarissa! – gritó girándose en mi dirección.

- ¡Mauro! – grité girándome en la suya, haciendo probablemente que alguna de las personas que estaba allí pusieran toda su atención en nosotros.

- ¡Te he echado de menos!

- Díselo a quién mierdas le importe – dije girándome de nuevo.

- ¿Por qué me bloqueaste en whatsapp y no coges mis llamadas?

- Porque ¿tú ves normal cincuenta mil putos mensajes y llamadas las veinticuatro horas del día todos los días de la semana? – grité girándome y caminando hacia él hasta que nuestras respiraciones se unieron en el mismo ahuecamiento – Yo no, por lo menos.

- Hablas con todo el mundo menos conmigo – acunó mi rostro entre sus manos acariciando mis mejillas con sus pulgares.

- ¡Yo no te drogué en una fiesta para que te acostaras conmigo porque no querías! – grité cabreada apartando sus manos con asco de mi rostro – ¡Yo no te engañé para que te acompañara a vender droga a unos críos!

- Solo tenían dos años más que nosotros – dijo restándole importancia al asunto.

- ¡Justamente la misma edad que Travis! – me estaba estresando rápidamente – ¿le hubieses vendido a él droga?

- Tu hermano sabe donde conseguirla fácilmente, yo no le hago falta.

- ¿Qué? – grité recuperando los pasos que me había alejado anteriormente.

- ¿No me digas que tu padre todavía no te ha dicho nada? – casi rió –En realidad es comprensible.

- ¿Decirme qué? – pregunté cogiéndole de las muñecas para que me prestara atención.

- Déjalo; me voy a casa – anunció liberándose sin esfuerzo alguno de mis agarres y echando a andar calle abajo.

- ¡Mauro! – seguro que estaba montando una escenita allí pero no podía permitir que se fuera de rositas cuando había dicho una cosa así, y encima sobre mi hermano.

- ¡Clarissa! – dijo imitando mi voz.

- Ven aquí ahora mismo y dime todo lo que tengas que decirme – caminé hasta él agarrando nuevamente sus muñecas.

The afraid of falling in love ➳ z.m. punk [finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora