Cap. 45 Vacio

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Narra Celia...

Recuerdo la primera vez que vi a Martha, está tan presente en mi memoria, como si hubiera sido ayer. Estaba caminando junto a sus padres por el centro de Matatlán, supongo que querían conocer el pueblo.

Desde ese dia me pareció una chica hermosa, era como ver a una princesa acercarse a los plebeyos, su sonrisa me cautivó al instante y desde ese momento no pude sacar de mi cabeza la idea de que todas y cada una de ellas fueran dirigidas a mí y solamente a mí.

Unos días después la causante de mis delirios nocturnos estaba al frente de la clase, la maestra de matemáticas la presentaba como nuestra nueva compañera, estaba tan perdida mirando sus ojos, su pequeña y tímida sonrisa que no escuché su nombre, para colmo le tocó sentarse al otro extremo de dónde yo me encontraba.

Los días pasaban tan rápido, pero yo no me atrevía a hablar con ella, era sumamente sería, callada y muy inteligente, la mejor de la clase. Cada día en la hora de descanso siempre la buscaba con la mirada por los rincones de la escuela, siempre la encontraba sola, comiendo o leyendo un libro, pero siempre sola.

Todo mundo decía que era muy creída por venir de la ciudad, que se sentía superior a nosotros, que seguramente nos veia como bichos raros. Al principio me creí esa imagen de ella sintiéndose superior a cualquiera de nosotros, pero entonces recordaba esa sonrisa llena de alegría y felicidad y sabía que nada de lo que decían era cierto, mi nueva compañera era diferente del resto, pero seguramente era tan divertida como cualquier otra joven de nuestra edad.

Un día no lo soporte más y me arme de valor, me pare frente a ella y le pregunté si quería ser mi amiga, lo vergonzoso de ese día que ni siquiera me sabía su nombre, yo solo la llama para mis adentros "la sonrisa más bonita"

Al principio pareció negarse porque nadie le hablaba y de buenas a primeras yo me plantaba frente a ella, supongo que debió dudar de lo que yo le pedía. Pero insistí y ella acepto ser mi amiga, a partir de ese día mi vida giraría entorno a ella, mi princesa, así la llamaba secretamente.

Desde ese día mis días se iluminaron tan hermosamente, me encantaba pasar cada mañana, cada tarde, cada día y fin de semana en su compañía, no me cansaba de escucharla contarme de su vida en la ciudad, de cada aventura en su antigua escuela o de los viajes junto a sus padres por todo el país y algunos al extranjero, siempre acompañando sus historias con fotografías.

Me sentía en la nubes, jamás había tenido una mejor amiga y menos una tan hermosa, tan inteligente y amable, era como un sueño hecho realidad, Martha y yo éramos inseparables, éramos las mejores amigas.

Cuando me encontraba a su lado me sentía tan calmada, era una sensación de paz y tranquilidad, era como si el tiempo se detuviera y solo la escuchaba a ella, solo veía sus ojos, solo su sonrisa iluminaba cada lugar y entonces lo supe, me había enamorado de mi mejor amiga y me aterro la idea de saberme enamorada de Martha Granados, porque para empezar ambas éramos mujeres, luego éramos mejores amigas, un paso en falso y la perdería para siempre, así que preferí callar mis sentimientos y actuar como si quisiera tener novio.

Por eso salía con cuánto chico de la escuela me invitaba a salir, llegando a mentirle y cancelar nuestros planes, porque mis nervios al estar junto a ella ya no me dejaban pensar con claridad, me daba miedo un día no poder controlarme y lanzarme a besar sus labios, entonces ella me rechazaría y la perdería, no estaba dispuesta a perder su presencia de mi vida.

Pero cuando mientes siempre se corre el riesgo de un día ser atrapada en nuestras propias mentiras y eso me pasó a mi. Un día un chico con el que había salido me hizo saber frente a Martha que le gustaría repetir la salida, cuando a Martha le había dicho otra cosa.

El verdadero amor no desapareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora