Yo me digo a mí misma que no significas nada
I'd tell myself you don't mean a thing
Y que lo que tuvimos no me afectó
And what we got, got no hold on meCaminaba por el jardín del purgatorio, apreciando todo lo que había en su alrededor. Respiró hondo y se dejó caer bajo un gran roble que encontró, cerrando los ojos para poder sentir la brisa golpear suavemente su rostro.
Le parecía relajante estar lejos de un lugar lleno de odio y desprecio, pues el infierno, dónde había vivido sus nueve mil años de vida (nueve años del tiempo humano) le parecía agobiante.
Y el agobió había sido el causante de sus escapadas, cosa que hacía enojar a sus superiores.
¿Pero por qué debería de importarle? Él estaba destinado a ser alguien grande, por lo que no debería de doblegarse ante nadie.
Enmedio de su momento relajante el sonido de las ramas rompiéndose le llamó la atención, provocando que se viera obligado a abrir los ojos.
Y lo que encontró frente a suyo lo impresionó bastante.
Cabelleras acarameladas, orbes avellanas y un brillo de curiosidad adornandolos.
¿Era acaso un ángel?
Aquel niño lo miraba con curiosidad, haciendo que dudas llegarán a su mente.
¿Si era un ángel no debería de temerle?
Se levantó con lentitud, dejando exparsir su aura malévola.
- ¿Que tanto me observas?- pregunto él una vez que estuvo de pie.
- Eres un demonio.- dijo su contrario con un tono mezclado de miedo y entusiasmo.
- Y tú ¿Una clase de angel?- cuestionó no muy convencido, pues aún si su apariencia lo indicaba, su actitud no le dejaba muy en claro lo que era.
- ¡Claro! Bueno, algo así.
- ¿Algo así?
- Soy un ángel sin clasificación, pues solo se nos da si tenemos dieciocho mil años de existencia.
- ¿Cuántos tienes tú?
- Nueve mil años, voy a mitad del camino.- dijo con una sonrisa, acercándose más hacía dónde estaba.
- Vaya, tienes mi edad.- respondió él, ignorando el hecho de que estaba hablando con uno de sus enemigos por naturaleza.
- ¿Tu edad? Entonces ¿Eres un demonio sin clasificación?
- ¿Que? Claro que no, estoy clasificado.- mintió, pues al igual que a los angeles solamente se les daba sus roles hasta los dieciocho mil años de edad.
- Bien, entonces ¿Que tipo de demonio eres?- pregunto el castaño, sabiendo perfectamente que mentía.
- Oye, ¿no te parece raro que estemos hablando? Después de todo, los angeles como tú y los demonios como yo somos enemigos, nos odiamos mutuamente.
- Los angeles no podemos sentir ni odio ni resentimiento, solo podemos sentir el instinto protector, cosa que hace defendernos de ustedes.- explicó el más bajo.
- Si, si, como sea ¿Por qué debería de seguir hablando contigo?
- ¿Por qué no simplemente te vas si ya no te apetece hablar?- contraatacó.