Capítulo 163 ~ Solo un intento más

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La aterradora visión erizó la piel de Maxi. Se abrazó a sí misma y retrocedió un paso.

Seis gigantes grises con piernas gruesas como maderos cargaron desde la cabeza del ejército de monstruos. Sus enormes pies pisoteaban el suelo mientras blandían mazas de hierro. Un ensordecedor rugido sonó, seguido de una bola de fuego abrasadora que se precipitó hacia la barrera.

Maxi dirigió la mirada hacia el origen del ataque. En medio de la legión de trolls había una criatura vestida con túnicas negras, montada en un dracos. No cabía duda de que se trataba del nigromante que estaba detrás de la maldición de Hebaron, así como de la horda de ghouls.

Las riendas del draco estaban hechas de cadenas. El monstruo de la túnica tiró de ellas y levantó sus manos de escamas negras. Un instante después, una enorme bola de fuego se formó en el aire.

El calor era tan intenso que Maxi se tapó la cara con el brazo. La llama escarlata se precipitó hacia la barrera como un explosivo, y la violenta explosión alcanzó incluso el acantilado donde se encontraba Maxi. Ella permaneció en el suelo hasta que la feroz ráfaga se calmó. El humo negro y el polvo se disiparon para revelar la barrera medio derretida.

Los ogros arremetieron de nuevo como una estampida de ñus, blandiendo sus martillos de hierro. Los fuertes golpes despertaron la atención de Maxi. No era el momento de observar la batalla desde lejos como una tonta.

Sentada sobre sus rodillas, buscó el límite entre la tierra y la roca. La roca estaba más incrustada en la tierra de lo que había previsto. Tras golpearlo con el pie, Maxi se mordió el labio.

El saliente no era tan precario como parecía desde abajo. ¿Sería ella capaz de empujarlo con magia?

No puedo hacer otra cosa que intentarlo...

Si ella pudiera crear una pequeña fisura, la roca caería por su propio peso.

Alejándose unos pasos de la roca, Maxi apoyó las manos en el suelo. Luego hizo circular su mana a lo largo del patrón de la runa defensiva. Su mana salió de sus vías y se dispersó a izquierda y derecha, formando una intrincada figura. Pronto, un leve temblor sacudió el suelo. Se abrió y un muro de tierra salió disparado.

Maxi retrocedió para escapar del espeso polvo que se levantó con el muro. La roca no se había movido. Apartándose los mechones de pelo que se le pegaban a la frente, Maxi se mordió el labio. Su hechizo había sido una barrera corpórea que utilizaba los elementos circundantes. Como forzaba a la tierra a crear un muro sólido, estaba destinada a causar una leve perturbación. Aun así, parecía que el temblor no había sido suficiente para desalojar la roca.

Recuperó su maná y lo almacenó en su cuerpo. El muro de tierra se desmoronó como un castillo de arena y volvió a llenar el aire de polvo.

Sin esperar a que el polvo se asentara, invocó inmediatamente otro muro. Habría sido más eficaz si hubiera formulado una nueva runa que afectara directamente a la superficie de la tierra, pero carecía de la habilidad necesaria. Aunque invocar barreras de tierra era un método absurdo, era su única opción.

Maxi siguió haciendo circular maná por las intrincadas líneas de las runas defensivas. Un leve temblor sacudía el suelo cada vez que se abría para que surgiera un muro de tierra. Incluso después de múltiples intentos, la roca no mostraba signos de caer.

Sintiendo que su maná se había agotado casi por completo, Maxi se mordió el labio con ansiedad. Por lo que ella sabía, la base de la roca podría extenderse muy por debajo del suelo. De ser así, ella tendría que invocar una barrera cientos de veces para desalojarla.

Maxi apretó los puños. ¿Había sido presuntuosa al pensar que alguien como ella podría hacer caer al Guardián de Eth Lene de donde se había erguido orgulloso durante miles de años?

Debajo del Roble ~ Libro 05Donde viven las historias. Descúbrelo ahora