— ¿S-Saldrá... bien esta vez?
— Sin su comandante y táctico, el ejército de monstruos se está desmoronando. Un considerable ejército de trolls permanece acampado en el norte, pero esta guerra debería terminar pronto.
Las arrugas entre las cejas de Maxi se negaron a deshacerse a pesar de la tranquilidad de la princesa.
Agnes se encogió de hombros.
— Parece que el ejército de la coalición ha perdido completamente tu confianza.
— N-No es que no confíe en ellos...
La princesa le dedicó una sonrisa maliciosa.
— No te preocupes. El haber sido engañados por los monstruos ha hecho que el ejército de la coalición entre en razón. Y tal vez sea porque han visto el alcance de un ataque de los caballeros Remdragon, pero incluso los baltonianos han estado tranquilos últimamente... — la princesa arrugó la nariz —. Por otra parte, dudo que alguien sea tan estúpido como para poner nervioso a Riftan ahora mismo. Nunca lo había visto así, ni siquiera durante la Campaña del Dragón...
Apretando los labios, Maxi metió la mano en el bolsillo y jugueteó con la moneda de cobre. La había sacado inmediatamente del rincón en cuanto Riftan salió de la tienda.
El corazón le dio un vuelco al recordar cómo había tirado con tanta apatía un objeto que había llevado consigo durante más de una década.
Al ver la expresión sombría de Maxi, la princesa Agnes intentó aligerar el ambiente.
— Por ahora, deberías dejar de pensar en la guerra y centrarte en mejorar — dijo alegremente —. Ya has hecho más que suficiente, Maximilian. Deberías permitirte descansar.
— Gracias... por todo, Alteza.
— No es necesario.
Con una sonrisa amable, la princesa subió la manta hasta la barbilla de Maxi. Maxi se sonrojó. Le avergonzaba que todos la trataran como a una paciente herida de muerte. Después de todo, un número incalculable de soldados habían sufrido heridas mayores que las suyas. En comparación con los que habían perdido miembros; un hombro dislocado y unas costillas fracturadas no eran tan graves.
Su cuerpo había tardado mucho en recuperar la energía. Le habían infundido magia reconstituyente varias veces, pero siempre se sentía cansada. Tal vez fuera un efecto secundario del agotamiento del maná.
Maxi se frotó la frente palpitante. Momentos después, oyó un fuerte grito en el exterior del carruaje.
— ¡Estamos listos para partir!
La princesa Agnes se bajó para inspeccionar por última vez al grupo de regreso. Pronto, un toque de trompeta señaló su partida.
Cuando la princesa regresó al carruaje, accedió a la petición de Maxi de que le apoyaran en un cojín. Maxi miró por la ventana en busca de Riftan, pero no se le veía por ninguna parte.
Maxi se mordió el labio. ¿La iba a dejar ir sin despedirse? El miedo y la decepción llenaron su corazón.
Su enfado era comprensible. Su estado actual era gracias a sus acciones imprudentes, en desafío directo a sus súplicas. Aun así, si no hubiera hecho lo que hizo, el castillo de Eth Lene habría caído en manos de los monstruos. Y ella había sobrevivido, ¿no?
Las heridas pueden curarse con magia. Salir un poco herida no es nada de qué preocuparse...
La cara de Maxi cayó. Al recordar el dolor en los ojos de Riftan, se sintió culpable por tener esos pensamientos. Sus hombros se hundieron mientras la confusión y la decepción se apoderaban de ella.
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Debajo del Roble ~ Libro 05
FanfictionYa llegamos al final de la primera temporada. Y solo puedo decir una cosa: ¡Riftan, controla a tu mujer! Este hombre tiene un ejercito a su mando, pero no puede con su esposa. Ya saben, esta novela no es mía bla, bla, bla... Shuji Kim