Aunque Maxi sabía que Riftan debía de estar igual de cansado, se encontró incapaz de rechazar sus atentos cuidados. La delicadeza con que él la trataba, como si fuera de cristal, era un bálsamo para su mente y su cuerpo maltrecho.
Apoyando la cabeza en la bañera, Maxi observó cómo él le acariciaba la piel, mostrando los tendones en sus manos de bronce. Sintió que se le calentaba la sangre y se le relajaban los músculos tensos.
— Duerme si estás cansada. Te vestiré y te arroparé.
Riftan la abrazó por detrás y le besó la sien. No pareció importarle que las mangas que se había arremangado hasta los codos estuvieran empapadas.
Maxi contempló su pelo, húmedo por el vapor, y sus pómulos sonrojados antes de dejar que sus pesados párpados se cerraran. El traqueteo de la ventana y el goteo del agua creaban una extraña sinfonía que resonaba en sus oídos. Envuelta en un estado de ánimo apacible pero sombrío, Maxi se quedó dormida.
*****
Ahora, de vuelta en el castillo de Calypse, la salud de Maxi se recuperó. La misión de vida de Riftan parecía que era poner más carne en sus huesos, y todos en el castillo parecían haberse unido al esfuerzo.
El desayuno de cada mañana consistía en estofado de pollo y una variedad de platos de verduras. Una vez que recuperó el apetito, el menú cambió a faisán cebado, pato, cordero y ternera. A continuación solía servirle el postre: pasteles azucarados rociados con miel y canela junto a un surtido de frutas peculiares del continente meridional.
La construcción de la carretera había concluido durante su ausencia, y los mercados de Anatol rebosaban ahora de todo tipo de ingredientes raros. Riftan parecía decidido a presentarle todas las cocinas del mundo.
Maxi soltó un pequeño suspiro cuando vio a Riftan entrar en sus aposentos con una bandeja de comida que parecía demasiado abundante para dos personas.
— M-Me convertiré en un cerdo... s-si sigo comiendo así todos los días.
— Por favor, hazlo — colocando la bandeja junto a la cama, Riftan recorrió con la mirada su escuálido cuerpo —. Necesitas más carne. Vamos, come.
Le puso la cuchara en la mano como si fuera una niña quisquillosa. La comida de hoy era corvina al vapor bañada en salsa de camelina y un enorme trozo de pastel de ganso. Maxi se metía pequeños trozos en la boca bajo la atenta mirada de Riftan.
Mientras ella comía, Riftan cortaba en trozos del tamaño de un bocado el gran trozo de carne cocida al vino que también había en la bandeja. Maxi tomaba obedientemente cada vez que él le ofrecía un bocado. El alivio que se reflejaba en su rostro cada vez que la comida disminuía era lo que alimentaba sus esfuerzos, pero él nunca parecía estar satisfecho.
Tras conseguir terminar un tercio de la comida, Maxi bajó los cubiertos a la bandeja.
Riftan levantó otro trozo de carne.
— Un poco más.
— R-Realmente estoy... llena.
— Sólo un bocado más, entonces.
Maxi abrió la boca con resignación. Aunque tanto atiborrarse la hacía sentir como un saco de grano, estaba dispuesta a soportar estar hinchada durante unas horas si eso tranquilizaba a su marido.
Sin dejar de masticar, Maxi miró de reojo a Riftan, que llamó a una criada para que se llevara la bandeja. Su sobreprotección había empeorado varias veces después de verla en tan lamentable estado. Aunque abandonaba sus aposentos a regañadientes para cumplir con sus obligaciones como señor del castillo, venía a verla cada pocas horas y siempre le llevaba él mismo la comida.
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Debajo del Roble ~ Libro 05
FanfictionYa llegamos al final de la primera temporada. Y solo puedo decir una cosa: ¡Riftan, controla a tu mujer! Este hombre tiene un ejercito a su mando, pero no puede con su esposa. Ya saben, esta novela no es mía bla, bla, bla... Shuji Kim