Capítulo 169 ~ Impotencia

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— ¿L-Lo hizo?

Maxi parpadeó, apenas dando crédito a lo que oía.

La princesa Agnes parecía igual de inquieta. Se recogió irritada los mechones dorados que se le habían soltado y le colgaban de la frente. Mientras estudiaba ansiosamente el rostro de Maxi, su mirada le recordó la de un caballero midiendo la fuerza de un arma.

Como para confirmar la determinación de Maxi, la princesa apretó las manos y dijo.

— Los caballeros consiguieron calmarlo, pero... no está de buen humor. ¿Crees que estarás bien?

La expresión de Maxi se tornó preocupada. ¿Qué había hecho su padre para que la princesa reaccionara así? Sabía que no era el tipo de hombre que perdería la compostura delante de los nobles.

Después de todo, había interpretado perfectamente el papel de padre benévolo e indulgente. Aunque la azotaba delante de los sirvientes, en público apretaba sus fríos labios contra su mejilla como un padre cariñoso. Así era él.

Se preguntó por qué estaría tan alterado.

Llena de miedo, Maxi se aclaró la garganta.

— ¿Puedo preguntarle qué le ha... enfadado tanto?

— Bueno, está claro que estaba enfadado por lo que has pasado, y... — Agnes tragó en seco y bajó la mirada como si no supiera cómo continuar.

Maxi casi se rió ante lo absurdo de la idea. Su padre no habría pestañeado si le hubieran dicho que ella había muerto.

Era posible que no estuviera enfadado, sino que simplemente mantuviera la farsa. Sin duda estaba obligado a llamarla para mantener su imagen.

Maxi se levantó de la cama. Debería poder aguantar diez minutos.

Después de todo, ¿no lo había soportado durante veintidós años?

Se armó de valor. Como al duque de Croyso le importaban mucho las apariencias, no creía que fuera a atacarla mientras estuviera bajo la protección de la princesa. Ahora era una Calypse, no una Croyso, se recordó a sí misma. Su padre ya no podía tratarla a su antojo.

— Me vestiré... y bajaré en un minuto.

La princesa Agnes se quedó como si quisiera decir algo más, pero apretó los labios y salió de la habitación.

Aunque el comportamiento de la princesa era desconcertante, saber que el duque de Croyso esperaba abajo hizo que Maxi se apresurara a prepararse para estar presentable. La luz se derramaba desde la puerta del salón hacia el pasillo. A Maxi se le hizo un nudo en el estómago al acercarse.

A pocos pasos de distancia, dudó un momento antes de cerrar los ojos y entrar en la lujosa habitación.

— Mi señora.

De pie junto a la puerta, Sir Elliot le ofreció respetuosamente la mano. Maxi la tomó con torpeza y cruzó la habitación. Ursuline Ricaydo también estaba presente, y tenía una mirada hostil dirigida a su padre.

El duque de Croyso estaba de pie con las manos entrelazadas a la espalda.

A Maxi se le heló el corazón. Le bastó una mirada a sus fríos ojos para saber que estaba furioso.

— Cuánto tiempo ha pasado, hija.

La voz de su padre era ominosamente suave. Cuando Maxi se quedó helada, sus labios se curvaron en una sonrisa.

— ¿No saludarás a tu padre?

Al oír la velada amenaza, Maxi se apresuró a abrir la boca.

—E-En efecto... mucho tiempo, padre. Me alegro de ver...

Debajo del Roble ~ Libro 05Donde viven las historias. Descúbrelo ahora