Capítulo 192 ~ Te lo ruego...

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— E-Eso no es verdad. Ha-Ha sido una difícil decisión. Va a ser... difícil para mí también.

— Entonces... — Riftan hizo una pausa como si se detuviera para sofocar alguna emoción —. Ven conmigo.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Maxi. Incapaz de evitar que cayeran, Maxi se cubrió la cara con las manos. Riftan la abrazó por la cintura y trató desesperadamente de persuadirla.

— Si dejarme no es lo que realmente quieres, entonces ven conmigo. No pienses en nada más. Me aseguraré de que vuelvas a tenerlo todo: un castillo, sirvientes, todo. Por fin podremos estar juntos. Me niego a separarme de ti otra vez. ¡No puedo soportar otros tres años!

Maxi pensó que un puñal en el pecho no habría sido tan doloroso. La angustia y la desesperación se agitaron en sus ojos negros.

El deseo de ceder se sintió como si fuera a partirla por la mitad. Su corazón asentía con vehemencia, mientras que su razón negaba rotundamente con la cabeza. Tenía claro a cuál de los dos debía seguir.

El rostro de Maxi se arrugó mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. A duras penas consiguió que las palabras salieran de sus temblorosos labios.

— Y-Yo no puedo hacer eso.

Le ardía la garganta mientras intentaba reprimir los violentos sollozos que amenazaban con brotar de su pecho. Dejó escapar un suspiro entrecortado.

— ¿Cómo esperas que viva con la cabeza en alto... d-después de habértelo quitado todo? Casarte conmigo... n-no te ha traído... n-nada bueno... Tuviste que luchar en una campaña que no querías... y enfrentarte a duras pruebas... Y ahora, estás a punto de perderlo todo... Tu título de caballero, tu propiedad, tu fortuna, tus camaradas... ¡¿Cómo puedo hacer la vista gorda?!

— Te lo dije, no importa. No me importa. ¡Mientras te tenga, nada más importa!

— ¡Me importa a mí!

Lágrimas calientes corrieron por sus mejillas. Maxi se agarró la cabeza y lloró.

— Toda mi vida... pensé que yo misma era inútil. No p-podía soportar la vergüenza. Por eso... nunca pude revelar mi verdadero yo a nadie... Por eso no podía ser honesta... Y, sin embargo, no podía tragarme mi orgullo... así que mentí... y pretendí estar bien. — Maxi cerró los ojos en un intento de contener el interminable flujo de lágrimas —. Y-Ya no quiero vivir así. Quiero... dejar de odiarme a mí misma. — Podía distinguir el rostro de Riftan, contorsionado por la miseria, a través de su visión borrosa. Se agarró a su brazo —. N-No me voy... sólo por ti. Quiero cambiar. No quiero seguir... avergonzándome de mí misma. Así que... déjame ir.

Hubo una pausa.

— No — dijo Riftan —. No lo permitiré.

Sacudió el brazo como si lo hubieran marcado y retrocedió.

— D-Déjame ir — lloró Maxi —. Tienes que... dejarme ir.

— ¡He dicho que no! — gritó Riftan petulante.

Sus anchos hombros, que siempre habían parecido tan inmóviles como un peñasco, temblaron violentamente. La miró con ojos atormentados antes de huir de la habitación.

Al verse incapaz de ir tras él, Maxi se hundió en el suelo. Todo su cuerpo temblaba como si acabara de atravesar una tormenta.

Se abrazó a sí misma mientras rompía a sollozar. Lágrimas calientes corrían por sus mejillas, empapando incluso su cuello. Sentía como si le hubieran cortado una parte de su ser. ¿Era todo esto realmente necesario? ¿Debía dejarle sabiendo que le haría daño y que sólo le causaría sufrimiento?

Debajo del Roble ~ Libro 05Donde viven las historias. Descúbrelo ahora