— Yo no soy un héroe. Yo no soy...
La voz de Riftan salió estrangulada. Se detuvo cuando Maxi le tocó el pecho y la miró aturdido. Ella le besó la mejilla mientras sus manos se hundían en su pelo que brillaba de un azul casi oscuro. Al enrollar el mechón desgreñado sobre su nuca alrededor de su dedo, un temblor recorrió su torso cincelado.
— Maxi... para...
Le besó el lóbulo de la oreja, fingiendo no oírle. Un gruñido retumbó en su garganta. La agarró por los hombros con manos temblorosas y se la quitó de encima.
— Ya has hecho bastante.
Maxi enrojeció de vergüenza y lo miró ansiosa.
— ¿Tú ya n-no... me quieres?
El sentimiento de culpa apareció en las facciones de Riftan. Se frotó la cara y maldijo en voz baja.
— ¿Piensas que... eso es posible? Te quise incluso cuando estabas más débil.
— Entonces...
Con un suspiro de alivio, Maxi le puso la mano en el antebrazo. Riftan se apartó de ella como si le hubieran marcado con un hierro candente. El dolor en sus ojos era palpable.
— Pero yo no quiero. ¿No lo entiendes? ¡Me repugna no haber sido mejor que una bestia en una cueva, incluso cuando tú yacías herida! — Se inclinó para rozar su frente con la mano de ella e inhaló un suspiro tembloroso —. No quiero hacerte sufrir más. Quiero protegerte. Al menos una vez, quiero tratarte como te mereces.
— P-Pero no voy a sufrir.
Ella bajó hasta su regazo, pero él se sobresaltó y se levantó de la cama.
— Tú... nunca has hecho nada para ha-hacerme daño. Me gusta... todo lo que haces. Quiero... tocarte.
Ella pudo ver cómo su garganta se sacudía salvajemente. Riftan extendió los brazos, pero se impidió abrazarla. Sus manos volvieron a cerrarse en puños. Para sorpresa de Maxi, había miedo en su rostro.
Aquel hombre, que se había enfrentado a monstruos aterradores sin pestañear, parecía tener miedo de una mujer de menos de la mitad de su tamaño. Su mandíbula se tensó mientras apretaba los dientes antes de apartar la mirada.
— No, no puedo. No puedo prometerte que seré amable. Sin duda te tomaría como a una bestia enloquecida...
Maxi empezó a desabrocharle el cinturón y a meterle las manos en la ropa. Riftan inspiró bruscamente y apretó la manta en un puño en un intento de controlarse. Tras vacilar un momento, Maxi apretó los labios contra los suyos, ligeramente separados, e introdujo tímidamente la lengua.
La punta de la suya estaba dulce por el vino. Cuando ella le lamió suavemente los labios como si quisiera saborear el gusto, Riftan respondió con hambre. Enroscándole el pelo en el puño, entrelazó su lengua con la de ella. Maxi le rodeó el cuello con los brazos. Inclinando la cabeza, Riftan hundió más la lengua y le apretó el seno por encima del corpiño. Maxi sintió que la sangre empezaba a hervirle ante tantas sensaciones.
Dejó escapar un gemido e imitó sus caricias. Incluso en la oscuridad, pudo ver cómo Riftan enrojecía. Prácticamente le arrancó el corpiño y le chupó el tenso pico del seno. Maxi se estremeció y se abrazó a su cabeza. Sentía que sus entrañas se derretían como la cera de una vela.
Riftan le agarró el vestido por la cintura y se lo bajó hasta los pies. Le frotó la espalda húmeda con una mano callosa y le salpicó el abdomen pálido con besos sensuales.
Antes de que se diera cuenta, estaba tendida en la cama, con todo el cuerpo sonrosado. Las sombras oscilantes proyectadas por la luz de la lámpara los envolvieron.
ESTÁS LEYENDO
Debajo del Roble ~ Libro 05
أدب الهواةYa llegamos al final de la primera temporada. Y solo puedo decir una cosa: ¡Riftan, controla a tu mujer! Este hombre tiene un ejercito a su mando, pero no puede con su esposa. Ya saben, esta novela no es mía bla, bla, bla... Shuji Kim