Maxi respiró hondo y llenó sus pulmones con su aroma. Su túnica olía a caballo y al sabor metálico de una armadura de hierro.
Con las manos apoyadas en el alféizar, Riftan miraba por la ventana el cielo nocturno iluminado por una luna creciente. Maxi podía sentir la tensión que emanaba de él incluso a través de su armadura.
Ella no sabía qué decir. Se quedó mirando su figura inmóvil antes de bajar la vista a sus rodillas. Un golpe interrumpió el silencio.
— Sir Riftan, le he traído agua caliente.
Era Ruth. Riftan se giró lentamente y abrió la puerta. La luz entraba por el pasillo y Maxi se arrastró hasta la esquina de la cama para evitarla. Alcanzó a ver a Ruth, que intentaba asomarse por encima del hombro de Riftan con cara de preocupación.
— También tengo sábanas limpias y una muda de ropa. En cuanto a su comida...
— Tráela dentro de una hora.
El voluminoso cuerpo de Riftan bloqueó la puerta, impidiendo la entrada de Ruth. Tras tomar la palangana, las toallas y la ropa, cerró la puerta en las narices de Ruth antes de que el hechicero pudiera decir nada más.
Maxi observó nerviosa cómo Riftan se acercaba a la cama. Colocó la palangana en la mesilla y empapó una toalla en agua humeante. Después de escurrirla, le acercó la toalla caliente a la cara.
Cuando Maxi retrocedió por reflejo, sus labios se endurecieron y murmuró con voz extrañamente tensa.
— Deja que te ayude a limpiar la sangre.
— Oh...
Riftan le limpió suavemente la frente, las sienes y las mejillas. Sólo cuando vio las oscuras manchas de sangre en el lino, Maxi se dio cuenta de que había estado sangrando. Ruth había curado las heridas, pero la sangre debía de haber quedado.
Cuando tuvo la cara limpia, Riftan le quitó la túnica y empezó a limpiarle los pálidos hombros y la espalda. Maxi se entregó a sus cuidados, sintiéndose patética. Cada vez que la tibia toalla se deslizaba por su espalda, sentía como si dejara al descubierto más de su vergüenza. Le ardía la cara y deseaba desesperadamente esconderse.
Riftan no prestó atención a su incomodidad y le limpió sin descanso la sangre seca de la espalda. Al sentir el leve temblor de sus dedos contra su piel, se mordió el labio con ansiedad. Riftan siguió lavándola, cambiando la toalla varias veces, antes de hablar por fin.
— ¿Con qué frecuencia sucedía esto?
Maxi encogió los hombros y apartó la mirada. Después de mirar frenéticamente por la habitación como un animal en busca de una vía de escape, forzó una sonrisa rígida.
— ¿Qu-Qué... quieres decir?
Le oyó respirar agitadamente. Fingiendo ignorancia, se revolvió el pelo enmarañado con manos temblorosas. Riftan no cedió y utilizó su silencio para exigir una respuesta.
Maxi intentó ignorar la presión, pero no lo consiguió. Dijo torpemente.
— No... o-ocurría tan a menudo. Mi padre... s-se enfadó mucho hoy... por eso... me castigó. N-Normalmente... esto no...
Riftan observó impasible su desesperado intento de conservar el poco orgullo que le quedaba. Su mirada penetrante hizo enrojecer el rostro de Maxi.
— M-Mi padre es un hombre s-severo... e-en las raras ocasiones en que se enfadaba, él...
— ¿Desde cuándo? — le espetó Riftan, ignorando despiadadamente sus penosos esfuerzos por pintar el asunto como intrascendente.
Maxi se apretó contra la pared, con la respiración agitada, como si estuviera acorralada.
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Debajo del Roble ~ Libro 05
FanfictionYa llegamos al final de la primera temporada. Y solo puedo decir una cosa: ¡Riftan, controla a tu mujer! Este hombre tiene un ejercito a su mando, pero no puede con su esposa. Ya saben, esta novela no es mía bla, bla, bla... Shuji Kim