Capitulo 21

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Narra Riley:

Por fin había llegado el sábado, el día del tan ansiado primer partido del torneo y, por supuesto, mi primer juego como miembro oficial del equipo titular de Las Firehawks.

El día era especialmente agradable, era fresco, pero soleado y despejado, brindando un poco de calidez, contrario a las semanas tan frías que veníamos presenciado.

Mi día comenzó muy temprano, ya que a pesar de que el partido era a las 14:00, debía estar temprano en el estadio para entrenar y crear estrategias de juego.

Así que me levanté alrededor de las 7:00 e hice una rutia de estiramientos y ejercicios que veía llevando a cabo desde que ingresé al equipo B, sabía que si quería conservar mi cupo en este equipo debía mantenerme en forma. Después de la rutina, me di una ducha rápida y bajé a desayunar con mis padres, quienes prometieron llegar a tiempo al estadio para tomar unos buenos asientos y disfrutar del juego.

Finalmente me despedí de mis padres y salí hacia el campus de la secundaria, en donde estaba el estadio.

Ya eran las 13:30 y todas estábamos en los vestidores. Finalmente nos habían entregado el uniforme oficial, el cual constaba de una camiseta azul oscura con una línea roja en la parte superior y el logo del equipo en la parte delantera. El pantalón era corto, del mismo color azul oscuro y una línea roja que lo atravesaba en su costado.

A decir verdad, yo me encontraba bastante nerviosa, mis pensamientos comenzaron a jugar en mi contra y conforme más se acercaba la hora, eran más difíciles de dispersar, pues estaba convencida de que no iba a dar la talla en el partido. Movía nerviosamente mis pies mientras intentaba terminar de vestirme, acariciaba constantemente mis piernas buscando de alguna manera estabilidad y mi respiración estaba comenzando a acelerarse brevemente.

Internamente traté de aplicar los ejercicios de respiración que aprendí con Val, gracias a eso no estaba colapsando en este momento y tampoco estaba exteriorizado mi malestar, pero de repente Val, quien estaba a mi lado terminando de ajustar sus patines, comenzó a notar mi malestar.

De manera calmada, se puso de pie y se agachó frente a mí, observándome con una expresión de tranquilidad y paz que, sin mucho esfuerzo, me estaba ayudando a aligerar el remolino de pensamientos que se estaba efectuando en mi cabeza.

Sin decir una sola palabra, Val seguía sonriéndome mientras me ayudaba a ajustar los patines que aún se encontraban con las agujetas desatadas. Una vez terminó, giró su cabeza hacia los lados para cerciorarse de que nadie nos estuviera observando y tomó mis manos, las subió hasta su rostro y las besó, para después mantenerlas sostenidas mientras las acariciaba con cariño y delicadeza, brindándome así una sensación reconfortante ante su tacto suave.

Sin duda, él sentir los labios Val en mis manos me hicieron recobrar mi sentido del tacto, concentrándome en como la suavidad y calidez de estos envolvían mi mano dentro de un hormigueo agradable que me inundó de bienestar. Como después, con sus caricias, fijé mi atención en los movimientos circulares y suaves de sus dedos contra mi piel y en como su sonrisa y expresión calmada, me ayudaba a bajar el ritmo de mi respiración agitada.

Finalmente, Val, con acciones simples pero significativas, logró calmar mi ansiedad, de una manera que solo ella lograba hacerlo, sin hacerme sentir presionada, sin hacerme sentir que exagerada y sin hacerme sentir débil.

Dios, ¿acaso esta mujer pude ser más perfecta?

—¿Estás lista, hermosa? — me preguntó Val con un tono suave, apenas audible para ambas.

—Sí, lo estoy. Gracias, Val... — le respondí mientras me ponía de pie y rápidamente le daba un beso en su mejilla.

Val me dedicó una sonrisa acompañada de un leve tono rojo en sus mejillas. —Bien. A ganar entonces.

Siempre JuntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora