Capitulo 30

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Narra Riley:

Los días pasaron rápidamente y con ellos avanzaba la primavera, regalándonos visuales florales llenas de color y vida. Los paisajes urbanos iluminaban nuestra vista con tonos rosas, amarillos y verdes, por los arboles completamente tupidos en su renacer vegetal. Y el clima, aunque un poco frio, era bastante agradable para dar paseos matutinos y dejarnos asombrar por la hermosa paleta de colores del panorama.

Gracias a la doctora Alessia Parker, nos enteramos de que el Internado fue clausurado definitivamente pasando a ser propiedad del estado. En cuanto a las Internas, estas fueron regresadas a sus respectivas familias y Sebastián fue llevado a donde su nueva familia adoptiva que pareció recibirlo con mucho cariño.

Sebastián decidió iniciar su proceso de inscripción a la universidad, con la idea de estudiar para ser policía, motivado por defender a la sociedad de las injusticias, inspirado por supuesto, en todo lo que vivió en carne propia.

Por mi parte, yo decidí no regresar a casa. Si bien la relación con mi padre estaba mejorando, me sentía muy resentida con mi madre por hacerme todo lo que me hizo y, en especial, por mandarme a ese internado. Así que Val habló con sus padres para que me permitieran quedar en su casa por un tiempo, en lo que definía una vivienda definitiva.

Papá, aunque un poco triste por mi decisión, terminó por respetarla y habló con los padres de Val para pasar cierta cantidad de dinero mensual por mi estancia, pero los padres de Val se negaron rotundamente a esto, diciendo que "donde duerme uno, duermen diez", cosa que no entendí muy bien.

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Finalmente se llegó el domingo, un día que pasaba bastante lento y relajado, cosa que agradecí, ya que mañana debía regresar a la secundaria. Si bien estaba emocionada, una parte de mí se sentía inquieta porque posiblemente me cruzaría en varias ocasiones con el culpable del tormento del que recién salía.

Pero, aun así, preferí enfocarme en el ahora, un día relajado al lado de Val y su familia, quienes me trataban de maravilla y me alimentaban con todo tipo de platos latinos que deleitaban mi paladar, justo como en este momento, en donde nos encontrábamos almorzando unos "tacos de carnitas" que preparó el papá de Val.

—Raúl, Raquel, agradezco mucho que me dejen quedar aquí en lo que decido que hacer. — les dije a los padres de Val, mientras me comía los tacos como si no hubiera un mañana, pues estaban bastante deliciosos.

—No te preocupes, Riley, puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites. — me dijo Raquel con una cálida sonrisa.

No hay pedo, güerita. Mientras te comas todo lo que prepare, no hay problema. — dijo Raul a modo de broma, haciendo que todos nos riéramos.

Unos minutos después, la paz de nuestro almuerzo fue perturbada por el sonido del timbre de la casa. Val se levantó de inmediato a abrir la puerta para ver quien había llegado.

—¿Señora Andersen? — expresó Val sorprendida una vez que abrió la puerta.

Al escuchar que mencionaron a mi madre, me tensé inmediatamente y cerré mis ojos para tratar de controlar el escalofrío que me recorrió la espalda.

Suspiré profundamente y me giré en dirección a la puerta, en donde pude ver a mi madre de pie con un semblante tímido, sabiendo perfectamente que su presencia no era bien vista en esta casa.

—Buenas tardes, Valentina. ¿Podría hablar con Riley? — preguntó con su vista fija al suelo.

Val me volteó a ver preocupada, como buscando mi aprobación. Así que asentí, para después levantarme y dirigirme a la puerta.

Siempre JuntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora