Capitulo 34

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Narra Riley:

Al otro día, Val se quedó en casa para descansar como se lo recomendó el doctor y, por lo tanto, yo tampoco fui a clases para mantenerme al pendiente de ella. Quería asegurarme de que se recuperara y de que se alimentara bien.

Así que antes de que Val pudiera despertar, me levanté y me dirigí a la cocina para prepararle un rico desayuno. Una vez lo tuve listo, subí a la habitación con una bandeja y pude ver que Val aún seguía durmiendo. Así que puse la bandeja en la mesa de noche y me senté al borde la cama a apreciarla mientras dormía. Estaba totalmente extendía de brazos, con su rodilla izquierda un poco levantada y su pierna derecha extendida. Su expresión era una muestra total de placentero descanso, mientras que la almohada estaba en el suelo, su cabeza reposaba sobre el colchón y su boca estaba abierta mientras emitía algunos ronquidos.

Se veía simplemente perfecta a mis ojos y no pude evitar sonreír al verla descansando tan plácidamente.

Después de varios minutos en la misma posición, Val finalmente comenzó a despertar. —Buenos días, hermosa. — dijo con su voz aun adormilada, para después bostezar y estirarse.

—Buenos días, preciosa. — me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla. —Mira, te traje el desayuno. — alcancé la bandeja y una vez ella se sentó, se la entregué. El desayuno eran unos huevos revueltos, pan y fruta, acompañados por jugo de naranja.

—Wow, esto se ve delicioso. — dijo enfocando su vista en el desayuno y rozando sus manos. —Eres la mejor novia del universo. — me lanzó un beso y después comenzó a comer.

Unos minutos después, se detuvo y me observó detenidamente. —Oye, hermosa, ¿no vas a ir a la secundaria hoy? — me preguntó al darse cuenta de que aún estaba en pijama.

—No. Me voy a quedar contigo para cuidarte. — le respondí.

—No es necesario, Riley... — La interrumpí poniendo mis dedos sobre sus labios.

—Shh, la decisión ya está tomada. Hoy me quedo contigo y en la tarde iré a "sabor a café" — dije de manera decidida.

—Pero... — intentó protestar.

—Pero nada, Val. Ya hablamos sobre esto. — le dije antes de que intentara convencerme de cualquier cosa.

Finalmente, suspiró derrotada. —Bieeeen... — dijo girando los ojos, para luego pasar a sonreírme de manera coqueta —¿Sabes que te ves sumamente atractiva cuando eres mandona? — me guiñó un ojo, provocando que un leve rubor subiera a mis mejillas.

—Y-Yo... — me puse un tanto nerviosa al escuchar lo que me dijo, haciendo que ella resoplara en una risa.

—Amo generar esas reacciones en ti. — dijo en medio de su risa.

—Ah, ¿sí? — me acerqué a ella y puse a un lado la bandeja que ya contenía platos vacíos. Me senté a horcajadas en su regazo y la acorralé sobre el espaldar de la cama posando mi mano al lado de su cabeza, manteniendo mi mirada fija en ella a unos centímetros de rostro. — ¿Con que te gustan mucho mis reacciones?

De inmediato sentí como se tensó y vi como un tono rojo adornó sus mejillas. Así que, para continuar con el juego, acerqué mi rostro aún más al suyo, haciendo que nuestros labios se rozaran, generando así un cosquilleo provocador en ambas. Inmediatamente, sentí como ella se puso aún más tensa, pero unos segundos después, reaccionó tratando de besarme, pero inmediatamente, puse mi dedo entre ambas, evitando el contacto definitivo de nuestros labios. —Y yo amo provocar este tipo de reacciones en ti. — le dije con voz suave y ronca, haciendo que su sonrojo aumentara y desviara la mirada. — ¿Ahora quién es la que se pone nerviosa? — dije con una sonrisa triunfal y ella me miró fingiendo molestia.

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