Capitulo 29

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Narra Sebastián:

Espero que Riley logre ser muy feliz fuera de este lugar...

Y... espero que Emilio, donde sea que esté, haya encontrado a alguien que valore su hermosa manera de amar...

Me voy con mi conciencia tranquila, sabiendo que hice lo mejor que pude para ayudar a las personas que caían en este edificio infernal...

Si Dios existe... seguramente sabrá que, a pesar de mi cobardía, hice lo que consideraba correcto...

... y de ello no hay arrepentimiento alguno.

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—¡¡SEÑOR BERNIE, TENEMOS UNA EMBOSCADA!! — justo antes de que la hermana Gladis pudiera dispararme, el radio de Bernie sonó y transmitió un mensaje de advertencia.

Yo abrí lentamente los ojos y vi como la hermana Gladis retiraba lentamente el arma de mi cabeza, mientras que miraba a Bernie con una expresión de terror en su rostro.

—¿DE QUÉ HABLAS, CADETE? ¿CÓMO QUE UNA EMBOSCADA, QUE ESTÁ PASANDO?? — contestó Bernie alterado por el radio.

—La policía llegó y están arrestando a todo el que en... — la comunicación de repente se cortó.

—¡¡CADETE, HABLA!! — no recibió respuesta —¿ME COPIAS? — de nuevo, no recibió respuesta. — Hermana Gladis, debemos irnos ya. Es la policía, lograron entrar al predio.

La hermana Gladis y Bernie tenían una expresión de profundo terror, algo que internamente me hizo sonreir.

—¿Cómo es posible esto, Bernie? — dijo la hermana Gladis entrando en pánico. — Desencadena a Sebastián, si nos ven aquí...

Las palabras de la hermana Gladis fueron interrumpidas con el golpeteo en la puerta de la celda en la que estábamos.

—¡Derrumben esta puerta! — se escuchó afuera mientras golpeaban cada vez más fuerte.

Después de varios golpes, finalmente derribaron la puerta y entró una mujer que ordenó a varios policías arrestar a todos los que vieran.

—Arréstenlos, ellos deben ser los encargados de este lugar por su descripción. — de repente me miró. — También arresten a este que está encadenado, tiene la misma ropa del otro chico. — después se giró y caminó hasta la puerta.

La hermana Gladis y Bernie no se resistieron al ver que los policías les apuraron con armas. Después los esposaron y los sacaron de ahí, al igual que a mí, al liberarme de las cadenas.

—¿Por qué nos retienen?, ¡no hemos hecho nada! — alegó la hermana Gladis en un intento fallido por verse inocente.

—Por prácticas ilegales de conversión sexual, maltrato físico y psicológico, por el uso de sustancias ilegales en sus estudiantes y por comercializar estas. — dijo la oficial de policía.

—No tienen pruebas para acusarnos. — la hermana Gladis bufó.

—Señora. Todo lo que diga podrá ser usado en su contra. Tiene derecho a guardar silencio. — le dijo aquella mujer con autoridad en su voz.

Al salir del edificio pude notar tres buses grandes en donde estaban subiendo a las Internas.

—Disculpe, oficial. — me referí a la mujer que nos arrestó —¿A dónde se llevarán a las niñas? — pregunté.

—Les haremos unos exámenes médicos y psicológicos para ver cómo están y después los entregaremos a sus respectivas familias. — suspiré y sonreí al escuchar eso.

Siempre JuntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora