Capitulo 23

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Horas antes – en la secundaria:

Narra Val:

Después de que la directora se fue a buscar a Riley al baño, yo intenté mantener la calma, pero de inmediato mi mente se llenó de pensamientos sobre ella. Sabía perfectamente que estaba enfrentando un ataque de ansiedad y no la quería dejar sola, así que de nuevo intenté dirigirme hacia el baño, pero mi madre me detuvo y me dijo que lo mejor era dejar la situación así y no involucrarnos más en esto. Así que opté por recoger todas las fotos que habían pegadas por todas partes con la intención de evitar que más personas las vieran y que a Riley se le complicaran más las cosas con sus padres.

Por su parte, los padres de Riley no pusieron objeción, solo se limitaron a observar. La mamá de Riley tenía pinta de querer decapitarme, pero no dijo ninguna palabra gracias a que mamá siempre estuvo atenta a lo que pudiera llegar a hacer, al parecer logró intimidarla. Pero, por otro lado, el padre de Riley se veía bastante angustiado y lo único que hacía era ver en dirección al baño, a donde su hija se había metido.

Mis padres, Emilio y Richard me ayudaron a recoger las fotos y a meterlas en una bolsa que después nos llevamos a casa.

Al salir de la secundaria nos dirigimos al parqueadero por el auto. El trayecto a casa estuvo en un completo silencio, lo cual agradecí porque estaba bastante alterable y no quería hablar con nadie.

Una vez llegamos a casa me la pasé mirando mi celular, pensando en si era buena idea llamar a Riley para ver cómo estaba, pero supuse que estaría con sus padres y podría empeorar las cosas. Al mismo tiempo estaba sumamente adolorida por el golpe que me di en el juego y eso solo empeoró mi estado de ánimo.

Después de cenar me encerré en mi cuarto, no sin antes pedirles a mis padres y a Emilio que no me molestaran, no estaba de ánimos para dar explicaciones ni escuchar sermones.

Me quedé tirada en mi cama tratando de aclarar mi mente y no actuar impulsivamente. Sabía que de alguna manera tenía que arreglar todo este embrollo.

¿Pero cómo?

¿Cómo me gano a mis suegros, que en este momento deben estar rezando para que yo desaparezca de la faz de la tierra?

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuché que alguien golpeó la puerta suavemente.

—Val, ¿hola? — era Emilio — soy yo, ¿puedo pasar?

—No estoy de humor, Emilio. — le dije respondí sin moverme de la cama.

—Lo sé, te prometo que no te voy a decir nada, solo quiero acompañarte. — me respondió Emilio.

—Está bien, entra. — dije permitiéndole el paso a mi cuarto.

Emilio se sentó en mi cama recostándose en la pared y se quedó en silencio, solo brindándome su compañía y eso de alguna forma me hizo sentir más tranquila.

Así que, ya estando más calmada, me incorporé y me senté a su lado. —Emilio... estoy preocupada por ella.

Emilio me miró por unos segundos y después habló —Lo sé, Val, pero lo mejor es que te mantengas al margen por ahora. — me dijo él mientras me rodeaba con su brazo.

—¿Cómo pretendes que me quede sin hacer nada? — alcé mi voz y lo miré. —La última vez que vi a mi novia, tenía un ataque de ansiedad, estaba herida y sus padres estaban a punto de comerla viva.

—Lo sé, te entiendo, Val. Pero ahora estás alterada y seguramente Riley también lo esté. Lo mejor es que esperes hasta mañana, tal vez todo esté más tranquilo y puedas comunicarte con ella.

Siempre JuntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora