Capitulo 33

313 31 101
                                    

Narra Riley:

Estábamos en medio de la práctica de hockey, haciendo ejercicios básicos de velocidad que constaban de dar varias vueltas a la cancha.

De repente, escuché como la entrenadora llamó la atención de Val. —Vamos, ¡Val, vas muy lento! ¡acelera! — le gritó la entrenadora.

Pude notar como Val efectivamente iba más lento de lo normal, algo que se me hizo extraño, ya que suele ser bastante rápida. Pero aparte de eso, pude ver cómo le costaba respirar y su piel estaba bastante pálida, parecía como si en cualquier momento se fuera a desplomar. Pero en vez de desplomarse, vi como con un gran esfuerzo aumentó su velocidad, casi igualando la de las demás chicas.

Unos segundos después, Val paró en seco y se comenzó a tambalear, así que decidí acercarme a ella para ayudarla. Ella, con bastante dificultad, dio unos pasos hasta donde yo estaba y se sostuvo de mí.

En un intento por darle estabilidad la sostuve de la cintura. —Val, ¿estás bien? — le pregunté notablemente preocupada por su estado. Ella de pronto comenzó a sostenerse el pecho con fuerza, como si algo le estuviera quemando por dentro, hasta que recargó su peso en mí, desplomándose poco a poco, haciendo que me preocupara aún más. —¡¿Val, que tienes?! — le pregunté con mi voz temblorosa.

Sentí como lentamente Val se dejaba caer, así que decidí bajarla cuidadosamente para que se recostara sobre el hielo y poderla auxiliar, quedando su cabeza sobre mis piernas.

Como pude, le quité la careta del casco y comencé a acariciar su cara, la cual estaba hirviendo, mucho más que antes en los vestidores.

Sentí un nudo en mi garganta al ver su expresión de dolor en el rostro. No sabía cómo ayudarla, no sabía qué hacer y eso me estaba enloqueciendo, porque quería detener su sufrimiento a como diera lugar.

Verla ahí, con su mano en el pecho y con sus ojos fuertemente cerrados tratando de alguna manera contener el dolor, hizo que me sintiera totalmente impotente, pues por más que intentaba calmarla, su dolor solo parecía ir aumentando.

Finalmente, comencé a ver como su expresión se relajaba y como sus ojos se cerraban lentamente, indicando que su cuerpo ya no resistía más. —¡¡Val, mírame!! — le dije, sintiendo como mis ojos se comenzaban a llenar de lágrimas.

Tras un último respiro, Val dejó caer su cabeza, brazos y pies, indicando que estaba totalmente inconsciente. —¡¡Val, quédate conmigo!! — dije con mi voz totalmente quebrada y con mis lágrimas escapándose por mis mejillas, al ver como, por más que la llamaba, ella simplemente no reaccionaba ni se movía.

—¡VAL! ¡Levántate, por favor! — dije desesperadamente, esperando que, de alguna manera, Val abriera sus ojos y con su brillante sonrisa me transmitiera que todo estaba bien. Pero esto no sucedía, con cada segundo que pasaba Val seguía tirada en el suelo, con su cuerpo casi inerte.

—¡Chicas, ábranle espacio para que le llegue aire! — dijo de inmediato la entrenadora Robbers. — ¡Danny, trae una camilla, ahora! — le ordenó.

La entrenadora se acercó y revisó a Val, pero al ver que no reaccionaba, me miró con resignación y negó con su cabeza.

Todo tipo de pensamientos catastróficos comenzaron a invadir mi mente al ver que Val no reaccionaba de ninguna manera y que estaba totalmente inconsciente sobre el frio hielo.

¿Y si esto es grave?

¿Y si le dio un paro cardiaco?

¿Y si esta...

De solo pensar en que podría ser lo peor, mi cuerpo comenzó a temblar y cada vez era más difícil para mí llevar el aire a mis pulmones.

La entrenadora, al ver que estaba entrando en un ataque de pánico, me tomó de los brazos. —Riley, respira conmigo... — La entrenadora Robbers se dirigió a mi aplicando los ejercicios de respiración para poder manejar la situación.

Siempre JuntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora