4. REPORTERA

230 15 0
                                    

Ilán

Sin dejar de atender los asuntos concernientes a la muerte del presidente y del encargo de Atticus, me ocupo de trazar un plan en mi cabeza para acorralar a Heidi. Está vez no me voy a fiar, tampoco le dejaré oportunidad de escape. Solo me tomó con la guardia baja porque estaba demasiado sorprendido como para imaginar que se largaría.

Pero ya no. Esa mujer no va a escaparse de mí. La odio por lo que le hizo, pero también la deseo y la necesito en mi cama. No me importa qué es lo que tenga que hacer, pero voy a logarlo.lograrlo.

—Debes tomar en cuenta que sus rutinas ahora no pueden ser las mismas que cuando su padre vivía —le digo a Atticus, quien resopla. — No han abandonado La Casa Blanca, y el cuerpo de Cavani todavía no es trasladado al Capitolio.

— Claro que lo sé, Ilán— me dice antes de darle otra calada a su cigarrillo. — Pero de todos modos quiero un reporte completo, así esa chiquilla imbécil no salga.

—Mis hombres en Washington ya me dieron   los primeros reportes. No hay actividad, no de la familia. Están dentro, seguramente llorando.

Atticus sonríe con el cigarrillo en los labios.

— Me tocará viajar para el funeral.

— Intenta no reírte allí — le aconsejo. — Creo que ni deberías presentarte a ese lugar.

— Sería más sospechoso que no lo hiciera —replica sin perder su sonrisa. — Voy a intentar no reír, por supuesto. Gracias por el consejo.

—¿Para qué demonios quieres a su hija?—le pregunto.

—Quiero casarme con ella — dice con un deje de sarcasmo que no me parece real.

— Entiendo. —sonrío.— Bueno, pues felicidades. Compra un bonito anillo.

— Lo haré.

Atticus deja el cigarrillo recién empezado sobre el cenicero que le puse en la esquina de mi escritorio. Se levanta con lentitud a pesar de tener toda la vitalidad para poder hacerlo más deprisa. Pero él es así. Siempre está calculando sus movimientos, las palabras que dice, lo que hace. En parte soy igual, por eso hemos sabido trabajar en conjunto. Ninguno siente cariño por el otro, pero la lealtad   y los objetivos en común hacen que no nos demos puñaladas por la espalda.

Menos mal apreció esa reportera escapista dejarlo todo atrás. No fui consciente de lo cerca que estuve de hacerlo hasta que no me volví a sentir conectado con la vida.

Cuando me aseguro de que Atticus se ha largado ya de mi casa, me dispongo a hacer la llamada que estoy ansioso por hacer desde que abrí los ojos, luego de solo dos horas de sueño.

—Salazar— saludo. Es domingo, pero no me importa.

—Señor Kingston— responde amable. — Qué tenga usted un buen día, ¿sucede algo? Usted no llama los domingos, además ha muerto el presidente. Es una desgracia y...

— Necesito un favor espacial —lo interrumpo. — Espero que no cuestiones mi decisión.

— Para nada, señor — dice de inmediato. — ¿Puedo preguntar qué necesita de mí?

—Acabo de revisar la nueva incorporación, la chica del interesante blog.

—Sí, es muy buena, aunque claro que le daremos el contrato por tres meses y luego...

—Dale uno de base —lo corto.— Después de todo, ella hará el trabajo pesado.

—¿A qué se refiere?

—Quiero que ella tome un caso espacial.

—Ella ya tiene asignado un caso que...

—Asígnalo a otra persona. Quiero darle el otro de Wood.

Obsesión Legal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora