29. LOCO

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Ilán

Decir que me vuelve loco es minimizar lo que Heidi me causa cada vez que se le ocurre algo nuevo con lo que fastidiarme. Y lo logra, no sé cómo lo hace, pero logra sacarme de quicio y caer en su juego.

Todavía ardo en deseos de matar a Lucas, ese hermano protegido de Ellen. No me importa si él tuvo la culpa o no, si él lo sabía o no, el simple hecho de que pensará siquiera en tener una posibilidad con mi mujer me desquicia.

—Si hubiera un concurso de la peor luna de miel, esta ganaría por mucho —dice Heidi, luego de un rato de estar recostados.

Todo el sexo que hemos tenido no basta para apaciguar nuestra furia, al menos no la mía. Quiero castigarla, que nadie vuelva a saber de ella, ni para bien ni para mal. Necesito que solo sea mía, ocultarla del mundo entero.

—Si esta es la peor luna de miel, no es por mi culpa —mascullo.— Si tan solo te comportases mejor...

—La luna de miel es horrible porque ni siquiera quería casarme —resopla.— Pero bueno, al menos la comida y el sexo no faltan.

—No van a faltar. Si te traje es para que me des sexo y no tenga que esforzarme por conseguirlo.

—Eres un imbécil.

Heidi intenta levantarse, pero la tomo por la muñeca.

—Tú eres la culpable de todo. No debiste hablarme ese día, debiste dejar que me fuera a la mierda —le digo cuando estoy encima de ella.

—¿De qué demonios hablas? Yo solo te lancé un piropo. Que tú seas un loco desquiciado y me hayas seguido es tu problema.

—Pero aceptaste ser mía, luego escapaste.

—Eso es lo que una persona hace cuando ya no le interesa ver a la otra.

Aprieto los dientes. Sus palabras siempre son malditos ataques directos a la yugular. No obstante, sigo sin arrepentirme. Si ella hace mi vida miserable, yo se la haré más. No me importa que tan absurdo sea, ya que para mí tiene sentido retenerla.

—¿Podrías quitarte?— me exige. —Ya lo hicimos, ya me castigaste por decir que eres mi papá.

—No vas a volver decir semejante...

—Para la siguiente vez diré que eres mi bisabuelo. —Sonríe. — Ya basta de restarte años.

—Bien, di lo que gustes, de todos modos, sentirán mi furia.

Heidi intenta resistirse a mis besos, pero termina correspondiendo y abriéndome las piernas para que entre en ella. Me gustaría ser capaz de soltar algún comentario jactándome sobre su poca resistencia a mí, pero sería hipócrita y, honestamente, quiero seguir aquí.

—Ilán— gimotea cuando aumentó la velocidad. — Ilán...

—Mi pequeña ratona, me odias, pero disfrutas conmigo.

—Eres un...

Acallo sus palabras con mis labios, los cuales quiero devorar. Heidi deja escapar un suspiro y se mueve casi con la misma fuerza que yo. La posición es demasiado aburrida, pero con ella nunca me aburro, por el contrario, quiero más.

Mi esposa grita con fuerza al alcanzar el orgasmo, el cual me descontrola a mí a pesar de haberme vaciado muchas veces.

—Deberíamos regresar pronto a Nueva York— le aviso mientras me levanto.

—¿Qué?

—No vamos a tener luna de miel —me burlo.— A menos que quieras...

—No, por supuesto que no —se ríe.— Mejor para mí, así voy al trabajo y me olvido por unas horas de que...

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