21. ENAMORADO

200 14 0
                                    

Ilán

Heidi sale de su habitación envuelta en un albornoz y con el cabello húmedo. Aquella imagen me distrae momentáneamente, pero me obligo a concentrarme en la comida que estoy sirviendo. Por suerte, ella no preparó toda la carne ni tampoco sé acabó el queso, así que he podido seguir la receta que me retó a preparar pensando que no sabría cómo.

—Pues tiene buen olor — admite, movimiento la nariz de manera graciosa.— Ignoraba tus dotes culinarias.

—Ignoras muchas cosas de mí —replico sin mirarla, ya que se está acercando.

—Y tú de mí.

—Ya tendremos tiempo de sobra para saber quién duerme al lado del otro. — respondo con una sonrisa sardónica.

—No voy a dormir contigo —se ríe.— Yo tendré mi propio habitación.

—Claro, si pensar eso te hace sentir más tranquila...

—No quiero dormir contigo —declara con seriedad.

—Ya lo veremos —mascullo sin perder el tono burlesco, aunque me cale hondo el rechazo.

¿Por qué tengo que funcionar con alguien que me quiere lejos? Ella ni siquiera es un rato, es un imposible.

—Bien, dejemos el tema por el momento. Tengo hambre.

—Ve al comedor, ya te sirvo.

—Bien— dice ella.

Mis ojos de nuevo la observan. El albornoz se pega demasiado a su cuerpo y revive los recuerdos de hace algunos minutos. No tengo idea de cuantas veces eyaculé, pero todavía podría más.

Y ella también podría venirse muchas veces. Es la primera mujer multorgásmica que me encuentro, o tal vez es la única a la que le dado la oportunidad de demostrarlo, ya que nunca fui de repartir el acto. Claro, cuando todavía funcionaba. Y podría intentar averiguar con otras personas si esto ya se mejoró, pero simplemente no tengo deseos de hacerlo.

Estar enamorado es una mierda. Lo es, pero ya me pasó y debo ser consecuente con eso. No soy la persona más leal del mundo; siempre he mentido, engañado, extorsionado y un sinfín de cosas para obtener lo que ahora tengo, pero creo que no puedo ser desleal con la persona que quiero que duerma a mi lado. Heidi es una mujer pesada, loca y me hace rabiar más de diez veces por día, pero es mía.

No puedo traicionar a lo que es mío.

Sirvo la comida en un plato y me acerco a ella para servirle. Ella hace cara de molestia cuando me siento al lado, pero no estoy dispuesto a levantarme hasta no verla terminar.

—Gracias, pero te agradecería que no me vieras comer, o al menos sírvete una porción.

—No, no tengo... —Al ver la ceja arqueada de Heidi, me rindo. — Bien, ya voy.

Me levanto otra vez y me sirvo una buena cantidad por si acaso ella no está conforme. No tengo hambre, tengo el estómago revuelto desde algunos días, pero debo ponerle ejemplo.

—Está demasiado bueno —dice con la boca llena. — Oh, Dios mío, ¿por qué cocinas bien?

—No lo sé, ¿por qué escribes bien? —replico con tono relajado.

Ver que está disfrutando me alegra de forma ridícula.

—Tienes un punto —dice sonriendo y sigue comiendo. — Caray, esto se derrite en la boca.

Me meto un bocado a la boca para ignorar el hecho de que esa frase me ha alterado. No puedo creer que después de tener tanto sexo aún pueda tener más. No es normal, ni siquiera para alguien que funciona bien con cualquiera.

Obsesión Legal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora