16. ABORTO

213 17 1
                                    

Heidi

A pesar de que ahora estoy con papá, todavía no se me quitan los nervios por el maldito tipo que fue contratado por Ilán para cuidarme. No solo es corpulento, sino que tiene una cara de matón qué seguro me hará tener más de una pesadilla. Aún así, no me asusta al grado que me asusta ese juego desgraciado que me acaba de coger en el maldito baño de la revista.

—Hija, ¿qué diablos está pasando? — me pregunta papá cuando la mesera se marcha con la orden que le acabamos de hacer.

No importa que esté nerviosa, mi estomago no tiene la culpa de nada. Supongo que tampoco el bebé. Se va a nutrir hasta que le llegue la hora del aborto. Pobrecito.

—Muchas cosas —digo desanimada.— Pero por favor no le digas nada a mamá o a mis hermanos. No quiero que se preocupen por mí.

—Créeme que ya están preocupados —murmura.— Pero está bien, hija. Si tú me brindas la confianza de decir lo que está ocurriendo, entonces yo callaré.

—Estoy embarazada — le confieso en voz baja.

Papá parece quedarse estoico, pero sé que en realidad está en shock y tratando de procesar lo que le estoy diciendo. Sé que no me va a gritar, juzgar o decirme que no me ama más, pero aún así me siento fatal. Él creyo en mí y me me apoyó con todo para que viniera a esta ciudad, y ahora estoy diciéndole esto cuando toda la vida he proclamado ser responsable. Y lo soy, siempre he sido muy responsable, pero no sé qué diablos me pasó con ese hombre.

—¿Embarazada? —Suelta un suspiro. — ¿Conociste a alguien antes de...?

—No, fue aquí —confieso con más nerviosismo.— Estoy de muy poco, y es por eso que no lo voy a tener.

Él me mira en silencio, analizando mi expresión. Estoy segura de que le extraña que diga estas cosas, siendo que yo apoyé a Scarlett cuando quedó embarazada y le rompieron el corazón. Pero yo sabía que mi hermana jamás se habría deshecho del bebé como ahora lo estoy pensando hacer yo. No quiero ser mamá, no aún, y menos con un hombre con el que no quiero estar.

—¿Abortarás? —responde. La voz le suena extraña, como si tuviera un nudo en la garganta.

—Papi, no lo digas de ese modo —le suplico.— Sí, sé  que podría ser tu nieto, pero yo no quiero ser mamá todavía. Cometí una irresponsabilidad enorme y lo asumo.

—Lo que no entiendo qué tiene que ver Kingston en todo esto —comenta, aún  aturdido.— Por qué el hombre...

Mi sonrisa incómoda y la forma en la que alzo las cejas hace que se quede callado. Ya lo ha comprendido.

—No, no me digas que...

—Sí, papá —asiento.— Él es el padre del bebé. Él es el hombre que conocí y con el que me enredé. Y ahora me está haciendo la vida imposible porque lo dejé solo en el bar. Pero si lo dejé fue porque él me dio miedo.

—¿Miedo y te acostaste con él sin protección? Como que algo no cuadra, hija.

Aprieto los labios y miro cualquier otra cosa que no sea su cara. El tema del sexo jamás ha sido tabú para la familia, pero ahora estoy tan avergonzada que siento como si siempre lo hubiera sido. No me da vergüenza decirle a papá que tuve sexo, sino que lo hice de manera irresponsable, sin pensar en las consecuencias.

—Estaba un poco tomada, y no es justificación, ya que lo sé, pero él me engatusó, me sedujo y...

—No, Heidi. Te conozco perfectamente y, a no ser que te haya puesto algo en la bebida, sé que no habrías accedido si no lo quisieras así —replica con tono muy serio y siento que mi estómago se hace pequeñito. Tan pequeñito como el Glen Ray que crece en mi vientre.

Obsesión Legal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora