EXTRA (RAVEN Y CONNOR)

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Connor

Sé en lo que me estoy metiendo, en que esto es nuevo para mí, pero simplemente no me importa nada cuando la miro. Desde que vi su rostro y su delicadeza por primera, quedé prendado y tengo deseos de conocerla, averiguar qué me pasa con ella. No he podido parar de pensarla, de planificar lo que le voy a decir cuando nos encontremos y nos quedemos a solas.

Es difícil todo esto a pesar de tener la mentalidad abierta. Jamás he estado con una mujer como Raven, y me pone nervioso el llegar a hacerla sentir mal de alguna manera o de que crea que esto se trata de simple morbo. Claro que me lo causa, no lo puedo negar, pero más que eso, siento una atracción sin precedentes que no puedo controlar.

Es como si mi cabeza y mi corazón me gritaran que no debo buscar más, que es ella lo que siempre quise.

Al tocar la puerta de la casa de Ilán, siento que las manos me sudan y que debo parecer un idiota. Me he vestido lo más casual que he podido, pero creo que Raven va a criticarme porque la camisa no combina con la chaqueta y porque mis zapatos no son lo más estético del mundo. Le he dedicado tanto tiempo a la medicina que mi clóset es algo que no tiene ni pies ni cabeza.

Y yo ya no tengo ni pies ni cabeza desde que crucé palabra por primera vez con ella.

—Pasa — me dice Ilán cuando me abre. — Nosotros ya pronto vamos a irnos, así que te pido que cuides bien de la amiga de mi esposa.

—Por supuesto, es mi paciente favorita — digo sonriendo. — ¿En dónde está?

—No tarda en bajar — me dice Heidi. — Gracias por venir, Connor. Estoy segura de que tu visita le hará bien a Raven.

<<Mejor dicho, creo que me vendrá mejor a mí>>, pienso con una sonrisa.

No he podido estar tranquilo por completo desde que Raven abandonó el hospital. Menos mal me han llamado para que la acompañe.

Ilán no toma muy bien las palabras de su esposa y la sujeta de manera posesiva por la cintura. Entiendo que él quiera cuidarla, dado que es una mujer muy atractiva, aunque sin duda de mí no puede temer. Heidi es guapa, pero no es Raven. Raven tiene algo, además de su deslumbrante belleza física, que me hace no desear mirar hacia otros sitios. Es demasiado inverosímil lo que me está pasando, pero es un hecho.

— A mí también me viene bien— respondo con franqueza al pasar a la sala.— Me calmaría verla con mis propios ojos.

—Ella está bien atendida aquí — me dice Ilán, aunque no parece ofendido.— Pero claro, debes comprobarlo por ti mismo, te entiendo.

—Así...

— ¿Connor?

Los tres volteamos a ver a Raven, pero estoy seguro de que el único que se queda con cara de idiota soy yo. Raven lleva puesto un vestido blanco y corto, el cual favorece a sus perfectas curvas. La forma de su cuerpo es lo que le llaman <<reloj de arena>>, y a mí eso me vuelve loco.

—Perdón, doctor...

— No, no, no estamos en el hospital —bromeo.— Aquí soy Connor.

—Ilán, ¿qué te parece si ya nos vamos al aeropuerto? Me gustaría poder escribir un rato antes de abordar— dice Heidi, pero mi atención está puesta en su hermosa amiga, quien tiene las mejillas sonrojadas.

— Bien — asiente Ilán.— Se quedan en su casa.

— Gracias, Ilán — respondo sin apartar la mirada aún de Raven, a la cual le faltan ojos para mirar a todos lados menos a mí. — La voy a cuidar muy bien durante este tiempo que estén fuera.

Raven se despide de su amiga y se queda en la puerta.

—Lamento que lo hagan venir para cuidarme, doctor — se disculpa con la frente apoyada en la puerta.

Yo me acerco en silencio, gozando de la visión de aquellos hombros cuya piel está erizada. Es perfecta, tan delicada como una escultura.

— Yo no lo lamento, porque no es triste — le contesto acariciándolos. Su piel es tan suave como la de sus manos, lo cual comienza a endurecerme.

Mi mente me empieza a torturar con imágenes de mis manos explorando cada parte de ella, pero decido solo voltearía para contemplar esos hermosos y asustados ojos color hazel.

— Doctor, esto es precipitado.

—Por eso no haré nada que tú no quieras — le digo en voz baja. — Aunque sería mentira decirte que no quiero hacer muchas cosas contigo.

—¿Qué?

—Como hablar por horas. — Mi mano se va hacia su cintura y la acerco a mí. El aroma que desborda es embriagador. — Conocer cada detalle de ti, que cantes para mí.

—Connor, yo...

—Déjame conocerte, Raven más allá de lo que estás pensando — le pido. — Todo esto es nuevo para mí también, nunca estuve con una mujer hermosa.

—Mira, sé que estoy vulnerable, pero...

—No es ningún juego. — Le alzo el mentón para que me mire. — ¿Por qué perdería mi tiempo en eso? ¿Crees que Ilán y tu amiga no me arrancarían la cabeza si hago algo mal? Por supuesto, pero vale la pena estar aquí.

—¿Sabes lo que hace Ilán? —musita.

—Más de lo que tú sabes — le aseguro. — Y no tengo miedo, de lo que tengo miedo es de que me apartes.

—No quiero que te apartes —me dice muy segura. — Pero quiero que seas consciente de lo que hay en mí, que no puedo darte quizás todo lo que necesites.

—No hay nada que no sepa ya, Raven, y no me importa. Sé que puedes dármelo todo.

Mi rostro queda muy cerca del suyo y noto que ella cierra los ojos. Pero su expresión no es relajada, no está lista para dar ese paso, así que decido retroceder, aunque mis labios y cuerpo entero ardan de deseos de hacerlo.

—Connor...

—Iremos paso a paso, Raven. Haremos esto cuando tú te sientas cómoda. Te deseo, y no me importa que me escuchen aquí. Pero antes que desearte, quiero conocerte a ti, a tu persona, lo que hay dentro de ti y que no sé por qué me tiene tan ansioso.

—El problema es que quiero más de lo que estás pensando. — Me acerco de nuevo a ella y la siento y temblar en mis brazos, lo que me enciende más. — Mi parte baja dice otras cosas, naturalmente, pero...

—Parece que es grande — susurra con una sonrisa travisa. — Connor, no quiero que juegues conmigo.

—Claro que lo haré —le susurro al oído. — Jugaremos de formas muy divertidas dentro y fuera de la cama, pero cuando estés lista para eso. Es con tu corazón con lo que no puedo ni quiero jugar.

—Bien, supongo que... podemos intentar —dice nerviosa y mirándome con un aire inocente que sé que no finge. — Me gustas mucho, y no puedo tampoco explicarme por qué no dejo de pensar en ti.

—Te he contagiado —digo sonriendo. — Creo que los dos sufrimos de un severo caso de enamoramiento.

— ¿Qué?

—Que hoy te voy a llevar de paseo, Raven — le anuncio con una sonrisa. — Te llevaré a ver las estrellas.

💚💚💚

Quiero aclarar que solo estoy apoyando a Mary Rojas, no quiero fama ni dinero, ni likes.

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