20. NERVIOSA

195 21 0
                                    

Heidi

Ilán me cumple mi deseo de regresarme al departamento hasta el día de la boda, ya que he aceptado de buena gana a todos esos guardias que va a ponerme cuando él no esté conmigo. Sigo pensando que es un ser indeseable y que no hay manera de que pueda llegar a enamorarme de un ser tan mezquino como él, pero cada vez que nos vemos al salir cada quien de su departamento se me contraen las extrañas y pienso en nuestros tres encuentros sexuales.

No ha vuelto a suceder nada entre los dos, y mi cuerpo lo está resintiendo mucho, ya que he tenido que recurrir a tocarme a mí misma, cosa que no hacia antes de que ese idiota me hiciera suya. Seguramente él está peor, pero al menos tiene esos clubs donde puede ir a satisfacer sus malditas necesidades carnales. Cuando me lo dijo, me sentí tan enojada que no salí en todo el día del departamento y no quería verlo. Sin embargo, él obligó a Raven a abrir y tuve que aceptar la cena y las vitaminas que quería darme.

Nunca se enteró de mi rabia por lo que me dijo. O si se enteró no le importó.

Lo único bonito en mi vida son mis sobrinos y la noticia de que Scar tendrá gemelos. Mi cuñado está tan orgulloso que no le importó que me burlara de él y de su gran puntería; incluso me respondió que se esforzó mucho, lo que causó que Scarlett le pegara un codazo.

—Guau, este sí que es un milagro, ¡Heidi en la cocina! —exclama Raven al verme.

Yo le pongo mala cara y dejo de partir la carne. Me está dando mucho asco, pero lo trato de soportar porque no quiero ser una embarazada débil y que vomita cada dos por tres. Quiero ser como Scarlett, que a pesar de que sí tuvo algunos síntomas, afrontó esa etapa como una diosa y mantuvo siempre la calma cuando todos nos moríamos de la preocupación.

Ella ha cometido muchos errores, pero es una de las personas que más admiro en mi vida. Y ahora que yo cometí los míos, mi sentimiento de admiración está triplicado.

—Ya, era broma, cielo—me dice mientras se me acerca.

Raven me da un beso en la sien y va hacia los gabinetes para sacar un vaso para servirse.

—¿Cómo va mi sobrino?

—No lo sé —murmuro. —No me he hecho ninguna ecografía, estoy de muy poco tiempo, según la doctora. No podremos ver nada.

—¿Y cuándo irás?

—Luego de la boda, supongo. No lo sé. —Suelto un suspiro y reanudo mi tarea.

—¿Es la carne con queso? — me pregunta.

—Sí, espero que sepa buena al menos.

—Claro que sí — asiente.— Tú cocinas bien cuando tienes hambre.

—Y tengo mucha —digo jadeando. — La gente dice que se le quita el hambre al hacer esto, pero yo me muero de hambre.

—Es que no eres normal— me grita desde la puerta de su habitación, en donde se mete.

Pongo los ojos en blanco y me muerdo los labios para no soltar mi réplica. Ella tampoco es normal, no puede serlo cuando hasta se pidió un permiso para ir a cuidar de un tipo que siempre hace comentarios despectivos sobre su cuerpo y usa a su antojo. ¿Es que soy la única que se da cuenta de los defectos de los hombres y les huye? Es una lástima no haber nacido asexual o lesbiana, habría tenido una vida menos problemática.

<<Mejor asexual, las mujeres estamos más locas>>, me corrijo.

Me da una ligera arcada cuando estoy colocando los cubos de carne en un plato, pero se me pasa al lavarme las manos e ir por el queso. No puedo evitar darle pellizcos mientras lo estoy cortando para ponerlo en un cuenco.

Obsesión Legal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora