8. QUESO

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Ilán

Pese a que pedí que no tocaran de más a Heidi, las policías tienen que hacerlo, puesto que ella se resiste a ser detenida. Al ver que aquello solo va a empeorar su situación legal, decide calmarse e irse con ellas.

Yo lo veo todo a través de la habitación de seguridad de la casa de Wood. Heidi nunca necesitó poner cámaras, la casa ya las tiene y pude tener varios planos interesantes y que me hicieron sonreír más de una vez.

<<Ahora sí, mi reportera escapista, vas a conocer quién soy>>, pienso satisfecho antes de levantarme y salir de aquella habitación.

En el piso de abajo están Wood y su mujer, quien está al tanto de la situación, aunque no del todo. Si tan solo supiera lo que hace él en esta casa, lo dejaría de inmediato, a pesar de todos los lujos que pueda proporcionarle.

—Listo, ya cumplí con mi parte, juez Kingston — me dice Wood, enojado.—
Odio que invadan mi privacidad de esta manera.

—Descuida, nada de esto se sabrá —respondo con una sonrisa. — En tanto sigas cumpliendo con tu deber.

—¿De qué habla?— inquiere su mujer.

—Sí, seguiré una carrera intachable —murmura él.

—Y espero que sigas siendo una pareja intachable —bufa la mujer, aunque cada ciertos segundos ella me mira con algo de descaro.

—Lo soy, cariño —le dice Wood, entrelazado su brazo con el de ella. — Solo tengo ojos para ti.

<<Para ella, miles de mujeres y otras especies>>, pienso con asco al recordar su última  víctima del reino animal. No soy amante de los animales, pero solo por órdenes de Atticus no procedí a encerrarlo. Lo único que pude lograr fue amenazarlo para que se detuviera, y desde entonces solo cumple sus fetiches con mujeres que tengan rostros un tanto peculiares, especialmente aquellas que parecen monos.

Es una lástima que algunas escorias sigan libres por culpa del <<tributo>>. Sus secretos van a estar a salvo siempre y cuando pague y esté dispuesto a hacer todo cuanto le pidamos. No es la única estrella que nos debe favores, pero creo que él es de los más desagradables.

—Me voy— les informo.— Ha sido un placer varios de nuevo.

—Espere, ¿no se queda a cenar?— pregunta la mujer.

—No, tengo ocupaciones que no me lo permiten — respondo, pensando en mi rebelde chica.— Tal vez luego.

—Sí, claro— dice Wood con un ligero sarcasmo.

No le agrade, y sabe que él tampoco me agrada a mí. Si pudiera deshacerse de mí, lo haría, y yo también de él. Claro, hasta el día de hoy, que me ha servido para la que probablemente sea la misión más importante de mi vida. He vivido emociones fuertes, pero nada como el placer que experimento ahora. Heidi, esa mujer que me ha hecho sentir lo que nada o nadie, será mía dentro de poco.

Luego de despedirme, me voy hacia mi auto, el cual dejé frente a la casa de Wood. No subestimo la memoria de Heidi, pero tampoco tiene manera de relacionarme con esto hasta mañana, que es cuando estará frente a mí en la sala. Durante esta semana he aprendido algunas cosas interesantes sobre ella, y una mente perspicaz. Es obvio que todavía no huele la trampa, nadie con una mente sana lo sospecharía, pero sé que después de todo esto va a volverse paranoica.

Y el queso. No sé qué maldita afición tiene con ello, pero durante los últimos dos días, además de pedir queso rallado sobre sus comidas, también saca de su bolso barra o cubos, los cuales se come con tanto placer que me excita. ¿Cómo será cuando mi pequeña ratona vea todas las variedades que puedo ofrecerle?

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