38. COMEDOR

132 13 5
                                    

Heidi

Intento disimular ante Ilán el miedo que me ha provocado con la forma en la que me miró en el hospital, pero lo cierto es que estoy muy nerviosa y me duele el estómago, al grado de que creo que sufriré una diarrea que me desnutra. Tan solo espero que lo que me pase no vaya a afectar a mi bebé, pues a pesar de todo estoy encariñándome. No he visto sus latidos, tampoco una prueba concreta de que él o ella estén allí, pero mi corazón lo siente.

Mi hijo va a estar bien porque es fuerte, yo no voy a perder el embarazo.

—¿Qué habitación es la que vas a darle a Raven cuando salga mañana? — le pregunto cuando entramos en la casa.

Ilán abre una puerta a su izquierda. Al fondo puedo ver que es una habitación de tamaño adecuado y que no está mal, pero me ofende que sea en el primer piso.

— ¿Por qué no en la segunda planta?

— Porque no —dice con frialdad mientras avanza.— Es eso o...

—Eres odioso, quiero tenerla cerca.

—Es todo lo que puedo hacer. — Se encoge de hombros y sube las escaleras, dejándome sola.

Sentirme ignorada por él me hace sentir mal, pero decido que no voy a caer en su trampa. Tal vez esto sea solo síntoma de que se está cansando de intentar enamorarme y ponto se dará cuenta de que no tiene caso seguir con este matrimonio de mierda.

—¿Quiere algo de comer, señora Kingston? — me pregunta Ovidia.

— Sí, y algo que tenga queso, por favor. —Suelto un suspiro.

—¿Le sucede algo?

—Sí, que estoy casada con el tipo más incomprensible del mundo. —digo con una sonrisa irónica. —Por cierto, ahora que lo pienso, ¿por qué Ilán no tiene un comedor?

Ovidia esboza una sonrisa triste y su mirada se dirige hacia las escaleras para verificar que no venga nadie.

—Bueno, es que no tiene con quién compartir la mesa, le parece un tanto... innecesario.

—¿Él le dijo eso? —inquiero con un nudo en la garganta.

—No, pero es notable, señora. Pero debería sugerirle que adquiera uno.

—Sí, tal vez —asiento.

Miro hacia las escaleras con los ojos comenzando a escocer. Ese maldito Chucky no debería darme tristeza ni un solo mísero sentimiento de empatía, pero el embarazo me pone sensible.

—Voy a elegir uno que sea lindo —comento cuando la estoy viendo cocinar.— Aunque lo más probable es que termine regresándolo.

Intento imaginar una escena graciosa para no llorar, pero no puedo evitar las lágrimas que se deslizan por mis mejillas. La razón por la cual no hay un comedor esta casa es demasiado fuerte. Yo no concibo mi vida comiendo sin mi familia. Las pocas veces en que me quedé sola en casa simplemente no pude plantarme en el comedor, me iba a la cocina o a mi habitación.

Al poco tiempo tengo un delicioso plato de comida y con ricos cortes de queso a un lado. Le dedico una sonrisa enorme y comienzo a comer con cuidado, pero la temperatura de la comida es perfecta.

—Estuvo muy bueno —digo contenta cuando termino. — ¿Qué hiciste?

—Mi secreto es la mantequilla que...

—Te conviene ahora venir conmigo, Heidi — dice Ilán bajando las escaleras. — O si no no podrás elegir los muebles para tu oficina.

Le doy un trago a mi agua y me giro sin bajarme del taburete.

Obsesión Legal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora