11. VIGILANCIA

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Ilán

Desde que me bajo del auto hasta que llego a mi habitación azotó todas las puertas que me voy encontrando. Si bien esa mujer hace que quiera vivir, también hace que vivir duela y sea problemático.

Todavía me duelen los labios, los cuales casi me arranca con ese beso que le di a la fuerza, pero que terminó por corresponder. Sé que no le soy indiferente, que también arde de deseo por mí, pero me enfurece su resistencia.

—Vas a terminar por aceptar— murmuro cuando llego al ventanal de mi habitación.—Vas a ser mía, Heidi, mía.

Sí, ella tiene que ser mía. Haberla tenido tan cerca y haberla besado aumentaron mis ganas de poseerla otra vez. Estuve a punto de no dejarla ir, pero pude recordar a tiempo el lugar donde me encontraba y me obligué a hacerlo.

—Creo que voy a tener que mudarme —mascullo, pensando en el departamento que está frente al suyo.

Será un poco complicado poder trasladarme ahí sin que ella lo note, pero me las puedo arreglar, vivir tan solo con lo más elemental. Después de todo, estoy acostumbrado a situaciones que me saquen de mi zona de confort; no soy como Atticus que si bien es un buen estratega, no está dispuesto a sacrificar su comunidad por nada ni por nadie y manda a otros a hacer los trabajos sucios.

Y yo estoy sacrificando la comodidad para tener buen sexo. No está mal.

Sí, es por buen sexo. Yo no puedo enamorarme de una chiquilla que es una grosera, exasperante y que besa mal. Porque lo hace, besa mal a propósito, pero me gusta. La muy desgraciada me gusta como ninguna otra y no me la puedo sacar de la cabeza. En cada caso, en cada acusado, la vi a ella, a sus ojos tan oscuros como seguramente será mi vida a su lado.

Mientras empaco algunas mudas de ropa para llevar al departamento por la noche, me contacto con uno de mis mejores hombres de la zona. No me gusta dejar en manos de Brooks la vigilancia de Heidi, pero ahora que ella sabe quién soy yo y que seguramente ya adivinó que todas las veces en que me aparecí no fueron una alucinación, no me puedo dar el lujo de rondarla. Además, ella ya está alerta y no la puedo dejar de vigilar.

—Me alegra que tus expectativas estén cubiertas— le digo a Atticus cuando esté me llama para informarme qué las cosas van bien con el asunto de la hija de Cavani.— ¿Vas a esperar más tiempo o ya vas a proceder?

—No, esperaré un tiempo, al menos unos cuantos días más —me dice.

—¿Y si ella queda embarazada o algo así? Porque es algo que podría pasar.

—¿Crees que esa mojigata haya tenido sexo con Spencer? Y si es así poco me interesa. Seguro debe ser mala que él no tardará en conseguir reemplazo.

—Si tú lo dices...

—Se nota en el rostro.

—A veces las apariencias engañan— mascullo.

—Sí, claro, como esa reportera a la que le sigues la pista, ¿no es así? —pregunta con sarcasmo.

No me inmuto. Atticus siempre termina por enterarse de todo lo que acontece en mi vida, así como yo me entero de la suya.

—¿Vas a poner en riesgo tu revista por esa chiquilla sin gracia?

—No quiero tratar el asunto contigo— respondo con tranquilidad.

—Así que es importante...

—Tanto como lo es para ti la hija de Cavani, supongo — replico y él se queda callado, entendiendo a qué punto quiero llegar.— Sería una lástima que no podamos conseguir lo que queremos.

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