32. CRIMINAL

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Heidi

El aterrizaje llega más temprano de lo que me imagino, o esa es la impresión que me da, puesto que me he sentido bastante cómoda entre los brazos de mi esposo criminal. Este sigue atento a mí y, nada más abandonar el aeropuerto, nos dirigimos a una clínica privada, en donde la matrona me revisa y me mandan a una ecografía. Todo sigue bien, el saco ha crecido, pero sigue sin verse un embrión. A Ilán le susurran algo, pero yo tengo tanto miedo de lo que puede pasar que me pongo en mente no preguntarle. No obstante, la preocupación de madre me gana y se lo termino preguntando.

—¿Qué te dijo la mujer? —le pregunto.

—Es posible que haya un pequeño hematoma que pronto se va a reabsorber —responde.— No es nada de cuidado, Heidi, estás bien, pero no quiero que hagas esfuerzo durante estos días.

—¿Qué? ¿Cómo que un hematoma? — jadeo.

El corazón comienza a latirme fuerte y detengo mis pasos. Intento recordar si a mi hermana le pasó algo como eso, pero no consigo hacerlo para poder calmarme. Ilán nota como estoy y se detiene también para sujetarme por los hombros.

—¿Va a estar bien?— pregunto con dificultad.

—Sí, Heidi, va a estar bien. Glen Ray va a estar bien.

Alzo la mirada y me encuentro con su expresión preocupada, pero por algún motivo me siento un poco en paz y le creo. Nuestro bebé va a estar bien.

—Okey— susurro.— Tienes razón, va a estar bien.

—Entonces vamos— murmura él.

Por un momento creo que Ilán va a dejarme atrás, pero este me toma de la mano y me lleva con él. No quisiera en estos momentos necesitar de su contacto, pero lo hago y decido que está bien hasta que deje de tener miedo.

Durante el camino a su casa, ninguno de los dos pronuncia palabra alguna. Yo me distraigo mirando el celular, viendo las últimas noticias y enviando mensajes a Raven, los cuales no me responde, tampoco le llegan.

—No le llegan los mensajes a Raven — digo preocupada. — Es raro.

—Tal vez está trabajando — contesta Ilán.

—No, no, ya debió haber salido.

—Debe estar cuidando de ese patán que tiene por novio —me recuerda. — Heidi, no es más que quiera fastidiarte, pero ahora estás casada conmigo y tendrán que verse menos.

—No, claro que no— rebato enojada. — No pienso dejar de frecuentar a mi mejor amiga solo porque me casé contigo, ¿qué te ocurre?

—De cualquier modo, será mejor que la veas mañana.

—Pero...

—Voy a estar ocupado, Heidi, y no llegaré a casa hasta tarde. Tendrás que esperar a mañana.

—¿A dónde vas a ir? — le pregunto.

—A arreglar pequeños inconvenientes. — Se encoge de hombros.

—Solo te advierto que...

—No mujeres, ¿cierto? Descuida, mis asuntos son con... hombres, si es que así se les puede llamar  a esos estafadores de mierda.

—Ilán...

—No creo que quieras saber más. Solo encárgate de ser una buena esposa, quedarte en casa y no causarme problemas.

—Necesito ver a mi amiga.

—Y yo necesito que te controles y reposes en casa —me dice con tono tajante.

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