Un aleteo, una respiración. Una exhalación que se convertía en jadeos cortos que levantaban el pecho y contraía los pulmones de Raúl. El sudor caía frío sobre su frente y con las manos arañó el colchón hasta que las uñas rompieron las sabanas que lo envolvían. En su ventana, el cuervo que lo seguía desde que había aparecido en Dolwill, empezó a emanar graznidos aterradores que sonaron más a una bestia del inframundo que a un simple pájaro negro. Con el pico, empezó a golpear el vidrio. Cada quejido de dolor que Raúl daba envuelto en una pesadilla en la que perdía la cordura y a la mujer de su vida, suponía un golpe más en la ventana. Hasta que cedió. El crujido y el sonido del cristal rompiéndose no despertó al hechicero, estaba como en trance. En un universo donde el dolor era más fuerte que la propia vida.
El animal revoloteó varias veces en círculo sobre su rostro y se detuvo en el pecho, mirándolo con detenimiento. Levantó la cabeza y abrió el pico. Al hacerlo, una sombra cuya altura era imposible de descifrar con claridad salió de su interior y se posó observando a Raúl a centímetros de su rostro. Solo se podían distinguir dos ojos blanquecinos con tres puntos negros que formaban su iris, en los cuales, si te fijabas bien, veías la propia muerte de la humanidad en ellos. Raúl gritó a la vez que ese ser, rugiendo, se metió en sus entrañas y abrió los ojos en el momento que su corazón tuvo una pequeña arritmia. El pájaro cayó sin vida a un lado de la cama y solo le quedó un último suspiro antes de que el grito de Raúl despertara a Alexa que dormía plácidamente en la habitación contigua.
—Joder, ¿qué coño fue eso? —se quejó Raúl. Vio sus manos temblorosas y el sudor que empezaba a sentirse recorriendo su espalda.
La puerta se abrió abruptamente y la bruja lo observó, tan asustada como él mismo.
—¿Gritaste tú? —le preguntó—. ¡Me has asustado!
—Solo fue un mal sueño.
Alexa llevó la mirada hacia la ventana partida, Raúl hizo lo mismo y arrugó la nariz con extrañeza.
—¿Solo un mal sueño? —insistió ella.
—Eso creo...
La pelirroja dio unos pasos hacia su familiar y le llevó la mano a la frente.
—Estás ardiendo, no sé si sería prudente que fueras a tomar una ducha.
—Será mejor —susurró Raúl. Se sentía extraño, aturdido. La mente se le confundía entre pensamientos propios y otros que en su sano juicio jamás tendría, como el querer arrancarle la cabeza a Alexa sin venir a cuento.
Arrastró los pies por el suelo y empezó a marearse. Escuchó de lejos como Alexa recogía los vidrios y una risa cínica salió de lo más hondo de su ser, al imaginarla tocando uno de los cristales y cortándose la mano.
Tropezó contra la puerta y al sentir el golpe, el puñetazo fue tal que rompió la madera.
—¡¿Qué fue eso?! —gritó Alexa desde la habitación.
—¡Nada! —Raúl bajó la voz para seguir—. Métete en tus putos asuntos, escoria.
Al escucharse él mismo, parpadeó varias veces y se pasó ambas manos por la cara. Intentó arreglar la puerta, pero cuando un trozo de madera estuvo en su sitio el otro cayó y terminó con el pomo en la mano, mientras que todo lo demás estaba destruido.
—Oh, genial. Menos mal que no pago alquiler.
Llegó hasta la ducha y reguló el agua, sin embargo, la fiebre le estaba llevando a un estado de delirio extremo con el que no conseguía enfocar bien lo que estaba frente a él. Ningún detalle del baño se veía claro. Apoyó las dos manos en la pica e inclinó el cuerpo hacia delante. Abrió el agua y metió la cabeza debajo del chorro fresco.
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Dolwill: El peón.
FantasyDolwill es un pueblo maldito, concebido para esconder seres sobrenaturales. Entre la realidad y un mundo medieval, la vida y la muerte luchan como si se tratara de una partida de ajedrez. Dos hermanos, herederos al trono, enfrentados por los asesina...