Alexa agachó la cabeza cuando pasó frente a los cazadores. La casa rustica en la que se hospedaban era grande, pero no lo suficiente para que no se sintiera asfixiada. La mayoría parecían vikingos capaces de cortarla en mil pedazos, así como lo habían hecho con sus familiares, pero ella había prometido cuidar de María. Aunque no fuera una promesa tácita, Jody ya no estaba y para la pelirroja la lealtad era lo más importante. Sobre su hombro, Raúl se asomaba como un pequeño e inofensivo hurón de ojitos negros como aceitunas.
María se percato de que, todos miraban mal a su compañera. Sabían lo que era, se les había escapado en aquella carnicería en la que la dejaron sola, y aunque quería reclamar por lo que le habían hecho, vio más prudente abrazarla del brazo, dedicarle una sonrisa y seguir los pasos de Jason hasta el salón.
—Me cuesta respirar —susurró Alexa.
—Intenta inhalar y exhalar despacio —respondió María—. Pronto saldremos de aquí.
—No van a cazarte —interrumpió Jason la charla—. Aunque querrían, saben que el alfa les ha dicho que no.
—¿Cómo alfa? —comentó María. Miró a los hombres que habían dejado atrás, todos habían vueltos a sus labores, olvidando la presencia de Alexa.
—Vale, bien... —Alexa se alejó de María y se acercó a un sillón—. ¿Puedo sentarme?
—No —respondió Jason. La bruja que ya estaba a medio camino de sentarse forzó sus piernas y cayó de costado al suelo—. ¿Esta es la bruja que pretendes que te proteja?
—No creí necesitar a nadie para protegerme —confesó María.
—Claro, y los dragones existen.
—De hecho, en los libros... —Alexa iba a seguir contradiciéndolo, pero con una sola mirada fiera de Jason tuvo suficiente para mantenerse en silencio.
Con rapidez, el cazador, esparció sal gruesa por la entrada de la puerta y las ventanas, formando líneas divisorias entre lo que podía acecharles fuera y la seguridad dentro del salón. Quitó la moqueta del suelo y dibujó unas runas con aerosol rojo. Una vez hecho, tomó una bocanada de aire y cargó la escopeta, pues no podía relajarse.
Sin embargo, la preocupación del cazador se agudizó cuando vio que, dentro de su barrera de protección, María empezaba a sentirse mal. Miró hacia Alexa, ella seguía normal y, de hecho, se había acercado hacia su amiga para sostenerla del brazo.
—¿Qué coño le hiciste? —lo atacó Alexa.
—Nada. —El rudo cazador dio unos pasos hacia María y olfateó hondo. En ella sintió una mezcla de azufre y sexo, que le recordaba a la condena eterna de alguien que ya tenía su alma corrompida—. ¿Cuántas veces has tenido relaciones sexuales con Érebos? —María abrió la boca un segundo. La cerró cuando se dio cuenta de que fueron tantas que no las podía contar—. Lo imaginaba.
—¿Qué pasa? —preguntó María. Alexa la acompañó hasta una silla donde le ayudó a sentarse—. He salido bien de todos esos encuentros.
—Tú sí, pero tu alma no —aclaró Jason—. Estás corrompida.
—Pero, él...
—Es un ser de oscuridad, María, no un cachorrito al que ponerle lacitos.
—Sería más como el papá de bambi —susurró María.
—¡Me importa una mierda! —Alexa iba a hablar, pero la señaló—. ¡Tú, cállate, puta!
—¡Me dan ganas de achucharte a mi hurón! —gritó Alexa. Raúl se colocó más sobre su hombro y empezó a emitir un bufido, mientras mostraba los dientes.
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Dolwill: El peón.
FantasyDolwill es un pueblo maldito, concebido para esconder seres sobrenaturales. Entre la realidad y un mundo medieval, la vida y la muerte luchan como si se tratara de una partida de ajedrez. Dos hermanos, herederos al trono, enfrentados por los asesina...