Capítulo 13: El demonio de la guarda.

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A pesar de estar acostumbrada a las sombras que envolvían todo el pueblo, Alexa temblaba mientras recorrían las tierras del jardín de los Evans. La puerta señorial frente a ellas parecía burlarse cuando llamó con sus nudillos y se abrió con un estridente chirrido.

—¿Hola? —preguntó María.

—¡No! —Alexa le tapó la boca—. Nunca hagas eso, jamás. En las películas de terror dicen "hola" y preguntan si hay alguien y son los primeros en palmarla.

—Yo ya he visto mi tumba, así que...

—Por lo que a mí respecta, quiero seguir teniendo la cabeza sobre los hombros. —Y le indicó silencio con el dedo. María asintió.

Con el miedo cargado como una mochila repleta de piedras, Alexa fue la primera en poner un pie dentro de la mansión. Solo el crujir de los pasos de las dos se escuchaba en la enorme estancia, ahora viéndose reluciente, limpia. Fuera quien fuera el nuevo propietario, sabía cuidar lo suyo.

—Me parece absurdo que traigáis pasteles, pero no la paciencia suficiente para esperar fuera. —La voz imponente, rasgada y fuerte del hombre las hizo saltar a las dos a la vez. Al darse la vuelta, lo vieron de pie, al lado del piano. Mimetizado por sus ropajes negros. Mostrando rectitud y un semblante majestuoso. Sus ojos azules podían captar la poca luz que se calaba desde los ventanales y se veían como un mar profundo dentro de la tormenta que dibujaba su rostro.

—Perdón —pronunció Alexa a baja voz—. Te traemos...

—Al que le gusta comer dulce es a mi padre. —Como forme había levantado Alexa la mano para entregarle los dulces de la bolsa, la bajó—. ¿Qué queréis?

—No hace falta que seas tan soberbio con nosotras —reclamó María.

—Disculpa que no salte de emoción por unas intrusas. Además, no me agradan las brujas, hacen pacto con demonios.

Alexa frunció el ceño y apretó la mano alrededor del asa de plástico.

—Pues lo que eres tú —contestó la pelirroja. Damon, entonces, cambio su aspecto y el ceño se le frunció.

—Marchaos —ordenó—. No quiero entrometidas en mi casa.

Alexa dio un paso para marcharse, pero fue detenida por la mano de María. Por muy desagradable que le pareciera aquel hombre, el hurón que había en casa le hacía temblar cada célula del cuerpo y le había pedido la tarea de hacerse amiga de Damon.
—Tienes una hermosa fachada de soberbia entre tanta inseguridad —soltó la periodista.

—¿De verdad vas a ponerte a retar a un demonio original? —preguntó Damon.

—¿Lo eres? —Damon mostró una mueca en su cara siempre seria—. Porque hasta ahora, en todo el pueblo, eres el que más noto humano después de Alexa y el poli loco.

—¿Quieres comprobarlo? —la retó Damon, con prepotencia—. No te van a gustar mis métodos.

—Dudo que sean tan crueles como aparentan. —María dio unos pasos hacia él y elevó la mano frente a su pecho—. Me llamo María Flitz, soy periodista y, me encanta fijarme en los rasgos de la actitud de la gente.

Damon dudó, claro que lo hizo. Después de todo su vida no había sido fácil, pero algo era cierto con la observación de la periodista. Sabía lo que era ser humano. Lo había sido. Tomó una bocanada de aire y le terminó estrechando la mano.

—Damon Evans, aunque me conocen como soberbia.

María ató cabos al estar frente a otro pecado capital.

Dolwill: El peón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora