Ruptura en la Tormenta

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POV: Casey

Han pasado tres días desde esa cena que cambió mi vida. Desde entonces, Taylor ha comenzado a mostrar un lado más amable, casi atento. Cada mañana encuentro una flor en la puerta de mi habitación, y ayer me entregó un celular. Me dejó claro que está codificado, un recordatorio de que aún no confía en mí. Pero no me importa. Todo esto es solo parte de su juego, y yo estoy aprendiendo a jugarlo.

Hoy, finalmente, voy a buscar a Alex. Saber que pronto estará conmigo es lo único que me mantiene en pie. Sin embargo, la idea de enfrentarme a Michael después de todo lo que he descubierto me pone nerviosa. Mientras Gato conduce hacia la casa que compartía con él, trato de calmarme. Alex estará conmigo pronto, y todo esto valdrá la pena.

El auto se detiene frente a la casa, y Gato sale para abrirme la puerta trasera. Tomo un respiro profundo antes de bajar, mientras Gato se queda al volante, observando todo con su habitual mirada de acero. Michael abre la puerta casi al instante, y la preocupación en su rostro es evidente.

—Casey... —su voz tiembla ligeramente—. No sabía si volvería a verte. ¿Estás bien? ¿Dónde has estado? ¡Dios, estaba tan preocupado!

Hay algo en su tono que casi me hace dudar, pero la traición pesa más. Intento mantener la calma.

—Estoy bien, Michael —respondo con frialdad, sin darle espacio para más preguntas—. He tenido que resolver algunas cosas, pero ahora estoy aquí para llevarme a Alex.

Su rostro se transforma en un instante. La preocupación se convierte en enojo, sus ojos se endurecen y la tensión es palpable.

—¿Llevarte a Alex? —repite, incrédulo—. ¡Casey, has estado desaparecida durante días! No sabíamos si estabas viva o muerta, ¡y ahora simplemente apareces para llevarte a nuestro hijo! ¿Qué demonios está pasando?

Su enojo me sorprende, pero no puedo permitir que me afecte. Ya no hay espacio para la debilidad.

—Necesito que Alex esté conmigo, Michael. Esto no es algo que puedas controlar —digo, manteniendo la voz firme, mientras siento la presencia de Gato, que se mantiene vigilante desde el auto.

—¡No puedes llevártelo así como así! —su voz se eleva, casi gritando—. Es nuestro hijo, Casey. No puedes simplemente desaparecer y luego volver como si nada. ¡Necesito saber qué está pasando y con quién te has metido!

La conversación está escalando, y sé que esto no terminará bien. Pero cuando recuerdo las fotos, la ira me consume.

—¿De verdad crees que tienes derecho a cuestionarme después de lo que has hecho? —escupo las palabras—. He visto las fotos, Michael. Las fotos de ti con todas esas mujeres. ¿Cuántas veces me mentiste, diciéndome que trabajabas tarde mientras te revolcabas con otras?

Su rostro se congela, y por un momento, parece que no sabe qué decir. Luego, comienza a balbucear, buscando excusas.

—Casey, yo... lo siento. No significaban nada. Tú eres la única que amo. No me lleves a Alex. Podemos arreglar esto.

—¡No quiero tus disculpas! —le grito, sin contener mi furia—. No hay nada que arreglar, Michael. Has destruido nuestra familia, y ahora tengo que pensar en lo que es mejor para mi hijo.

Michael da un paso hacia mí, desesperado.

—Por favor, Casey... no me quites a mi hijo. Haré lo que sea, pero no me lo quites.

Miro a Michael, y por un momento, siento lástima por él. Pero esa lástima se desvanece rápidamente.

—Suerte con eso, Michael —respondo con frialdad—. Ya he tomado mi decisión.

—Entonces... te demandaré —dice, su voz temblando de rabia—. Si intentas llevarte a Alex, te demandaré por la custodia completa. No dejaré que me lo quites.

Me río, pero no hay humor en mi risa, solo amargura.

—Inténtalo, Michael. Tienes menos posibilidades de ganar que yo de perdonar lo que has hecho.

Giro sobre mis talones, y llamo a ALEX y el corre hacia mí, y en ese momento, todo el dolor se desvanece, al menos por un instante. Lo abrazo con fuerza, sintiendo que todo este caos vale la pena solo por tenerlo a mi lado.

El viaje de regreso a la mansión es silencioso. Alex se acomoda en el asiento trasero, ya adormilado, mientras yo intento procesar lo que acaba de suceder. Gato, como siempre, no dice nada, pero siento su mirada en el retrovisor, vigilante, asegurándose de que todo esté bajo control.

Mientras observo a Alex, siento una mezcla de alivio y tristeza. La vida que conocía se ha desmoronado, y aunque tengo a mi hijo conmigo, sé que la batalla no ha terminado. Pero por ahora, lo único que importa es que Alex está a salvo.

AUTORA:
Este capitulo ha sido bastante intenso uff pero me gustó jeje

Nos vemos en el próximo muak

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